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Azul Klein

Charo Ramos

chramos@grupojoly.com

Todos los fuegos

A los conventos de clausura no les hace falta arder porque se caen a diario ante la pasividad institucional

Cortázar dedicó uno de sus cuentos más célebres, publicado en 1966, a las tensiones que provocan los triángulos amorosos y al fuego como forma de destrucción y purificación. Con dos argumentos paralelos y un desenlace común, en Todos los fuegos el fuego el escritor argentino nos lleva de viaje simultáneamente por la antigua Roma de los gladiadores y por el París contemporáneo de la soledad y la incomunicación. Viendo las imágenes que recorren la red, cabe pensar que Cortázar fue también en sus metáforas un espíritu avanzado a su tiempo al plantear la comunión que las llamas establecen entre personas de sociedades, culturas y épocas distintas al devastar uno de los edificios más hermosos del mundo. Notre Dame de París, símbolo de tantas cosas -de la cristiandad, del proyecto común europeo, de los reyes de Francia, del sentir republicano del pueblo y hasta de la liberación de París tras la invasión por los nazis-, es un ejemplo de la importancia de invertir en la protección del patrimonio porque, como han repetido hasta la saciedad los bomberos que se han jugado la vida en su interior, lo que parece eterno es siempre muy frágil.

Apunto estas ideas mientras hago cola en la oficina de Correos para votar. El plazo para solicitar el voto concluye este Jueves Santo y, aunque fui previsora como muchos de mis vecinos, y lo pedí en cuanto arrancó la campaña, las papeletas han estado a punto de no llegarme a tiempo. Amigas mías que trabajan en el extranjero lo han tenido más difícil: han viajado a España para pasar la Semana Santa con sus familiares sin haberlas recibido, por lo que ya no podrán ejercer su derecho.

Mientras aguardo media hora para certificar el sobre con las papeletas al Congreso y al Senado observo que delante mía va a votar una decena de monjas. Han acudido juntas y su hábito marrón contrasta con el de otras religiosas vestidas de azul y sin velo que hacen cola en la primera de las filas.

Para amenizar la espera en los corrillos se habla de Notre Dame y alguien pregunta si nuestra Catedral de Sevilla, orgullo del gótico español y de la civilización occidental, extremará las medidas de seguridad y protección que precisa uno de los lugares más visitados de España. Pero lo que resulta grave, por descontado, es el caso de los conventos de clausura, que podrían salir ardiendo en cualquier momento ya que se caen a diario ante la pasividad institucional.

En el relato de Julio Cortázar es un cigarrillo el que brinda la excusa. Me gustaría pensar, mientras por fin emito mi voto, que el partido que elijo tendrá en cuenta lo que significa de verdad salvaguardar el patrimonio cultural.

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