Sin duda, el enclaustramiento padecido por culpa del bichito cabrón que exportaron los chinos sirvió, entre otras cosas, para la reactivación del entusiasmo por echarse a la calle al conjuro de cualquier llamada. Y la llamada de un palio en la calle es argumento muy sólido para ir en su busca y cangrejear cuanto el cuerpo dé de sí. Lo del otro día en el Cerro ya fue un anticipo de lo que puede ser este duro otoño que encuentra el paliativo de un paso en la calle. Pueden objetar que lo del Cerro y este fin de semana lo del Tiro de Línea no es baremo fiable. El entusiasmo que generan en esos barrios sus cofradías supera a la inmensa mayoría en poder de convocatoria. La Virgen de los Dolores en su barrio y la de las Mercedes en media ciudad han desatado los fervores de la misma manera que lo logran el Martes y el Lunes Santo, pero el síndrome de abstinencia era tan grande...
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