INCIERTO futuro a cortísimo plazo el del fútbol, pero se siguen barajando cifras que, como mínimo, pueden calificarse de obscenas. La crisis del ladrillo no podía ser que nos tocase a todos menos al fútbol y ya se denuncia desde el sindicato de los futbolistas que la situación es más que preocupante. Y si, de siempre, la economía del fútbol era como una pirámide invertida en la que las mayores cuitas estaban por su base, ahora lleva camino de que la crisis llegue hasta los grandes salones, incluso hasta esos grandísimos que continúan manejando situaciones, cifras sobre todo, que no tienen nada que ver con la triste realidad que padecemos.

Mientras hay clubes que sobreviven gracias a esa trampa legal que es acogerse a la Ley Concursal por la que eluden una barbaridad de compromisos contractuales, otros siguen logrando créditos bancarios para fichar al Cristiano Ronaldo de turno y eso es, cuanto menos, obsceno, indecente. La situación de una sociedad que se desangra y en la que una cantidad ingente de damnificados se queda en las cunetas de la vida, en fútbol se continúan esgrimiendo cifras obscenas. Es más, desde medios que andan echando periodistas a espuertas se anima a que el club preferido, habitualmente el mismo de siempre, haga el esfuerzo por otro galáctico.

Y es que no parece lógico que en un paisaje como el que sufrimos se manejen conceptos sin nada que ver con él, con el paisaje. A todo esto, los dineros con que el singular Jaume Roures engatusó a los clubes para que abandonasen el polanquismo ya sin Polanco están en el aire, muy en el aire. Es más, no sólo las promesas del empresario catalán, sino los dineros públicos que tanto hicieron por el Barça no acuden a lista. Era impensable hace nada que el Barça y la TV3 rompiesen una luna de miel que parecía eterna. Se rompió el amor, quizá de tanto usarlo, conque cuando las barbas de tu vecino veas pelar ya sabes lo que has de hacer, que el futuro viste de negro.