FERIA plácida la que se está viviendo en el fútbol según Sevilla. Nada que ver con años en los que uno de los dos, o los dos, jugaba en el alambre y la Feria no se convertía, precisamente, en la red que paliara el batacazo. En esta ocasión, ni siquiera aparecen incertidumbres menores que enturbien el día de Sevilla y Betis. En el primero, descartada la posibilidad de agarrar el tren de la Champions y bien asentado en la tabla para un lugar al sol de la Liga Europea, la ilusión de darle sopas con honda al Realísimo en el debut liguero de Mourinho en Nervión hace que esa concentración ferial se tome más como caramelo que como castigo.

Las únicas noticias desagradables que ha generado el Sevilla viene por cómo se ha ido llenando la enfermería. También intranquiliza el eco de despedida que se desprende de cada palabra de Kanoute, sobre todo porque no se ha producido, precisamente, desmentido alguno desde la planta noble del club. En cuanto al Betis, todo es alegría y bien que se palpaba cuando el miércoles hacía su aparición en la Feria el autocar del equipo con el equipo dentro. Y es que las conversaciones verdiblancas ya giran especialmente en tono de especulaciones para la pregunta del millón: ¿Para cuándo cree usted que va a producirse el retorno del Betis a su hábitat natural?

Tarragona es el punto que ahora cuenta con más votos a la hora de apostar por el día y la hora del anhelado retorno. El clima de euforia en el beticismo se está comprobando en esta Feria y ya hasta ese pragmático que es José Antonio Bosch aboga por un ascenso en la novena provincia andaluza. Nadie duda ya del ascenso como colofón a un curso que debe ser histórico, pues quién hubiese previsto que un ejercicio que arrancó tan azaroso iba a tener un final como el que ahora se vislumbra. Lo dicho, que estamos viviendo una Feria en la que no está teniendo cabida mal rollo alguno, que mañana llega el Realísimo a Nervión y que Heliópolis vive una fiesta anticipada.