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Helena Arriaza

El futuro está en el aire

NO tenía las expectativas muy altas ante el estreno de El amor está en el aire y tras ver el primer programa puedo decir que no me equivocaba. Es innegable aunque algunos no quieran reconocerlo que se parece a Sorpresa sorpresa, a Cámbiame Premium, a Hay una cosa que te quiero decir o a Hay una carta para ti. Aunque desde Antena 3 lo vendieran como una novedad, el formato no deja de ser algo que ya está más que quemado en televisión. Es el lastre que la cadena de Atresmedia tiene ahora mismo en su programación nocturna. Cuenta con buen cine, con series como Mar de plástico y Velvet o el concurso Tu cara me suena, que son grandes elecciones para hacer frente a su gran rival, Telecinco. Pero tener como competencia a El amor está en el aire es lo mejor que le podía pasar a Gran Hermano Límite 48 horas la noche de los martes. Auguro que la audiencia irá cayendo semana tras semana.

La nueva Isabel Gemio o el nuevo Jorge Javier Vázquez es Juan y Medio. Creo que es en lo único que ha acertado la cadena, en ponerle a él al frente del formato. Es un hombre que suele caer bien y que hace bien su trabajo sin parecerse a nadie y que aporta al programa un toque diferente a sus similares predecesores. Pero él no es suficiente. Uno de los contras es su compañera Ares Teixidó, que está mucho mejor como reportera en programas del corazón, como colaboradora de realities e incluso como participante de Gran Hermano VIP. En El amor está en el aire no está su sitio. En la primera emisión la co-presentadora estuvo demasiado sensible, demasiado sonriente, demasiado feliz, demasiado alcahueta, demasiado preguntona. Hago hincapié en el demasiado porque es difícil creerse ese papel cuando en otros programas ha hecho de mala malísima y de mujer con garra a la perfección. Este cambio de registro no ha sido buena idea pese a que la chica lo intenta.

Las historias también fueron tremendas. No faltó de nada. Menudo batiburrillo. ¿Qué será lo que les quede por mostrar en los próximos programas? Hubo una novia sorprendida que se casa ese mismo día, casualmente está todo preparado y después aparece con su ya marido en plató. Un reencuentro de una persona que echa de menos a alguien que vive en el extranjero. Un caso de hijo que busca a padre biológico. Una pedida de matrimonio entre mujeres en una sala de cine. Una fan conociendo a su ídolo musical. Un matrimonio con problemas en el que él sorprende a ella con una jornada de compras y una cena romántica. Típicos y tópicos por doquier. El programa dura tantas horas que se hace largo, cansino, pesado. El plató resulta hasta demasiado moderno para un formato así y la música de Love is in the air termina chirriando en los oídos. Sin duda Juan y Medio está mejor en Canal Sur. Incluso en La 1 con Poder Canijo, que tampoco termina de despuntar. Con todo esto lo que está en el aire no es el amor. Lo que está en el aire es el futuro del programa, que se puede convertir en el lastre de Antena 3 para esta temporada en la que ha desplegado su artillería pesada.

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