EL futuro del motociclismo mundial no puede brindar con cava por sus triunfos. El futuro del motociclismo mundial tiene sólo 17 años y celebra sus victorias agitando un bote de la bebida energética que le patrocina. Sin alcohol, por supuesto. El futuro del motociclismo mundial no puede votar, no puede conducir un coche ni siquiera una motocicleta de gran cilindrada por las calles de su ciudad. El futuro del motociclismo mundial desahoga su instinto asesino por los circuitos del mundo aquilatando un presente espectacular y advirtiendo un futuro deslumbrante.

Marc Márquez se coronó ayer en Valencia campeón del mundo de 125 centímetros cúbicos con apenas 17 años. Se trata del segundo piloto más joven en conseguirlo en la historia después de Loris Capirossi. Su temporada ha sido espectacular. Ha conseguido 12 poles, ha ganado diez carreras de 17 y si ha tenido que esperar hasta Valencia ha sido porque el convencimiento de su superioridad lo ha llevado a incomprensibles caídas. No importa. En el paddock alucinan con él y las marcas se lo rifan para tener sus logos en la moto del futuro.

Porque Marc Márquez está llamado a marcar una época, similar o incluso superior a la del gran Valentino Rossi. Los informes médicos son muy favorables para el de Lérida. Las pruebas de crecimiento a las que se ha venido sometiendo determinan que tendrá una altura y corpulencia más que suficientes para MotoGP. Se convertirá en un piloto con el cuerpo y determinación de Jorge Lorenzo y la técnica y pilotaje de Dani Pedrosa. Es decir, una auténtica bomba de relojería en un circuito, quizá imparable para los que ahora dominan los titulares y acaparan los elogios en la categoría reina. Dentro de muchos años, cuando Marc Márquez no deje de pulverizar records, recordaremos que todo empezó en Valencia, cuando ni siquiera podía coger una botella de cava para celebrar los éxitos.