DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

DA un poco de vergüenza todo lo que se ha dicho sobre el general Rodríguez, antiguo jefe del Estado Mayor de la Defensa y que ahora ha anunciado su candidatura al Congreso en las filas de Podemos. He leído que era un calzonazos que le llevaba el paraguas a la ministra Chacón, aparte de un tontorrón del buen rollito y cosas aún peores. ¿Pero esto qué es? Un general en la reserva tiene derecho a integrarse en los grupos políticos que quiera, ya que para eso ha dejado el servicio activo. Faltaría más. Y olvidamos que en este país hubo una larga tradición de militares progresistas, empezando por don Juan Prim y terminando por los generales Rojo, Miaja o Batet, algunos de los cuales, por cierto, fueron fusilados por oponerse al golpe de Estado franquista (pienso ahora en el gran general Campins, fusilado en las murallas de la Macarena de Sevilla). O sea, que no hay por qué escandalizarse ni extrañarse. Faltaría más, repito.

Lo que no sé es si el general Rodríguez se ha dado cuenta de dónde se ha metido. Podemos -como toda la izquierda anticapitalista- es una olla de grillos en la que el realismo ha sido sustituido por el pensamiento mágico. En la España en la que millones de personas cobran un salario vergonzoso, esta izquierda folclórica se preocupa por la enseñanza del aragonés, que nadie habla, o por la extensión del euskera a comarcas donde nunca se ha hablado. Y en una España en la que una minoría de iluminados y de cleptócratas catalanes se han propuesto cargarse el Estado, esta izquierda miope no sabe muy bien qué actitud tomar y propone soluciones inviables. El mismo general Rodríguez ha hecho unas declaraciones que demuestran una ingenuidad muy poco acorde con el conocimiento del mundo que se le supone a un general de Estado Mayor. "Hay que ir a Cataluña con una propuesta que dé afecto, paciencia y diálogo", ha dicho. Y luego ha añadido: "Una propuesta que enamore".

Dios santo. En este asunto se están dirimiendo temas tan trascendentales como la soberanía nacional, la solidaridad interterritorial y el derecho de las regiones ricas a abandonar un país para no pagar impuestos. La Unión Europea misma se basa en los principios que la independencia catalana pretende destruir, pero el buen general Rodríguez sólo sabe hablar de afecto y de enamoramiento, como si fuera un hippy de Woodstock. ¿Ustedes lo entienden?

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