Como pase de la firma a la campaña más nefanda de cuantas componen la historia del Real Betis Balompié, la confirmación de que hubo dos futbolistas que hicieron trampa. Un baldón que mancha un tiempo bochornoso y que, afortunadamente, pasó a la historia. Ahora y aunque hay quien parece interesado en que ese barro siga embadurnando la imagen del club, el Betis no tiene parecido alguno al que vivaqueaba de juzgado en juzgado.

Tras aquellos hechos de la primavera de 2014, un vendaval regenerativo limpió a un club que nunca mereció la deriva de aquellos tiempos. El Betis, por siempre y para siempre Real Betis Balompié, recobró las ganas de vivir de la mano de unos dirigentes que merecen la pena y se da la circunstancia de que ni un solo futbolista de aquellas felonías pertenece ya al club. Pero la pregunta es si ha de emprender el Betis alguna acción que contribuya a deshacer entuertos.

Ahí puede entrar lo de excusatio non petita, accusatio manifesta. Tras no ver la Justicia delito alguno por parte del club y sólo sanciona el comportamiento de dos futbolistas que, curiosamente, no jugaron esos dos partidos con Valladolid y Osasuna, no parece que el Betis tenga que esgrimir algún tipo de defensa. Ni están hoy los futbolistas encartados ni los dirigentes actuales llevaban las riendas de la entidad, ergo sólo puede eso nacer de la malintencionalidad habitual.

Sí, quizá, sería aconsejable que el Real Betis Balompié estuviera con la guardia alta y ojo avizor con cuanto se divulga en detrimento de la imagen del club. Hay que saber con qué bueyes se ara, cuál la procedencia de las insidias y evitar que el Betis siga siendo el saco de golpes, punching ball, que ha sido, es y ojalá deje de ser. En Pamplona, 18 de mayo de 2014, se produjo una golfada, la Justicia le puso nombres y apellidos y de ello no culpa al Real Betis Balompié, conque...