Fragmentos

Juan Ruesga Navarro

Una gran ciudad

Sevilla tiene vocación de gran ciudad. Ya en el siglo XVI la ciudad llegó a albergar 120.000 habitantes, en una España de poco más de cinco millones de habitantes y cuando Madrid alcanzaba los 60.000 habitantes, y eso después de ser designada capital del reino. Sevilla era la Nova Roma de la que hablan las crónicas, que centralizaba el tráfico de mercancías y personas hacia el Nuevo Mundo. Cien mil habitantes tenía Londres durante el reinado de Enrique VIII, y se preparaba para convertirse en capital de un imperio en pugna con el español. No menor población tenían en la época algunos pueblos del entorno como Carmona, con 8.000 habitantes; Marchena, con 7.000 y Écija, con 20.000.

Ahora nuestra ciudad tiene un poco más de 700.000 habitantes, la cuarta ciudad de España, después de Madrid, Barcelona y Valencia. Y ahí parece estancada desde hace unos años. La población crece sin embargo en la provincia y en los municipios de nuestro entorno, en la denominada área metropolitana. Nuestra provincia tiene 1.900.000 habitantes, de los cuales 1.500.000 ya están en Sevilla ciudad y los cuarenta y tantos municipios de su entorno. Ésa es la auténtica potencialidad de Sevilla, su población.

Sevilla es capital de Andalucía y tiene vocación de gran ciudad por su población metropolitana, pero no lo es. Y no lo es porque su territorio no está estructurado ni organizado como una gran área urbana. Faltan infraestructuras de comunicaciones que permitan un fácil movimiento de personas, bienes y servicios. Un paso de carretera que permita conectar el Aljarafe con el sur de la provincia y Cádiz, sin tener que pasar por la Pañoleta. Trenes de cercanías en todas direcciones, no solo Norte-Sur, y a su vez en conexión con la red de Metro. En definitiva, un sistema de comunicaciones del siglo XXI, que solo conocemos en Sevilla por el tren de alta velocidad.

La falta de visión, de planificación y el pequeño espíritu localista de la capital y de los otros municipios implicados, han impedido hasta ahora que se desarrolle social y económicamente. Después de décadas de espera, ahora se dispone de algunos instrumentos de planeamiento, pero que contemplan áreas diseminadas y separadas entre ellas. Se está redactando un Plan Estratégico para Sevilla, y la importante dimensión metropolitana esta presente en los enunciados sociales, económicos y culturales. Pero no veo los presupuestos ni los acuerdos que permitan creer en un futuro coordinado. Creo que ha llegado el momento de pensar y actuar como una gran ciudad. Pensando y exigiendo como un único conjunto, en el que todos los habitantes y los núcleos de población del entorno metropolitano se beneficien mutuamente de su poderío demográfico y de los logros de unas mejores infraestructuras.

Puede ser lógico que algunos sigan pensando quiénes son los adecuados para ser designados Reyes Magos o si el centro de Sevilla es grande o pequeño y si se debe aparcar mucho o poco tiempo en sus calles. Pero nuestro futuro como gran ciudad está en la dimensión metropolitana.

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