Cuando el tiempo dé la oportunidad de ver esto con la perspectiva adecuada, la figura de Rafael Nadal se multiplicará espectacularmente. Le damos importancia, claro que sí, pero esa importancia crecerá desmesuradamente así que pasen los años. Entonces echaremos de menos lo que durante partidos y partidos nos regaló el deportista más grande que dio este país. La última lección la daba antier en la yerba londinense de Wimbledon en una lucha a brazo partido con un gigante criollo que la revienta cada vez que saca. A través de cinco horas sin tregua alguna, este manacorí que lleva el nombre de España a gala y que es criticado por pedir elecciones para que se sepa qué quiere el pueblo, algo ciertamente elemental, nos tuvo con el alma en vilo y el corazón en un puño hasta que cantó victoria. Hoy le espera un coloso que vuelve, Nole Djokovic; no se lo pierda.