tiempos modernos

Bernardo Díaz Nosty

Esto no es gratis

DESDE el lunes, el New York Times cobra una pequeña cantidad, inferior al precio del ejemplar impreso, por acceder a su excelente versión digital. El diario con más visitas de Europa y América deja de ser gratuito en internet. Hay quienes se sorprenden por ello y sostienen que la gratuidad es consustancial a la red, pero, si la fórmula del diario neoyorquino fracasa, es muy probable que aumente la incertidumbre sobre el futuro del periodismo.

La prensa ha confiado excesivamente en la vigencia de fortalezas pasadas que las nuevas extensiones tecnológicas desvanecen. La atomización de sus iniciativas -en el mundo existen unos 10.000 periódicos diarios- y la falta de unidad entre los editores han arruinado el liderazgo de la industria periodística en los nuevos soportes, ya que ésta ha sido incapaz, cuando lo tenía todo a su favor, de explorar oportunidades que se han ido esfumando.

El paso del New York Times es la tentativa más seria hacia un escenario nuevo. Un paso dado cuando las copias impresas, por debajo del millón, son la parte menor de la demanda mundial de sus contenidos, que, en la edición digital, moviliza a más de 16 millones de visitantes diarios. Estamos ante un proceso de concentración impulsado por las audiencias, que orientan sus consumos hacia las grandes cabeceras. Es poco sostenible el minifundismo de tantos periódicos, con estructuras de información muy debilitadas por la crisis, que se apoyan en miles de plantas industriales complejas y mantienen un sistema de distribución ajeno a la inmediatez, coste y capilaridad de la red.

Los éxitos en internet están definidos por experiencias de amplia huella demográfica, menos apegadas a la territorialidad de los viejos periódicos, más cosmopolitas y globales (Google, Amazon, Wikipedia, Twitter…). Una realidad que resulta dramática para los editores cuyo modelo de negocio se basa en el papel, la publicidad y la distribución física. La apuesta del New York Times busca multiplicar la masa crítica de la demanda, trazar un objetivo de reajuste radical de la edición impresa, y, mediante el pago de cantidades reducidas, que no repercutan el peso de un proceso industrial obsolescente, hacer viable y rentable una estructura informativa de alta calidad.

La gratuidad hace muy difícil el periodismo independiente, con credibilidad e influencia. Alguien decía estos días en Estados Unidos que si se produjese un apagón mundial en las ediciones digitales de los medios, desaparecería el 80% de la información de actualidad que hoy circula, la que se copia, pega y explota en otro tipo de soluciones.

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