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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El grave error de los Oscar

Relegar la música, el montaje o el diseño de producción en la ceremonia de los Oscar es un error y una injusticia

Imaginan Lawrence de Arabia o Doctor Zhivago sin Jarre, Vértigo o Psicosis sin Herrmann, La Dolce vita o El Padrino sin Rota, Solo ante el peligro o Río Bravo sin Tiomkin, Desayuno con diamantes o Charada sin Mancini, Robin Hood o El halcón del mar sin Korngold, Tiburón o La guerra de las galaxias sin Williams, Los siete magníficos o La gran evasión sin Bernstein, Johnny Guitar o Raíces profundas sin Young, Lo que el viento se llevó o Casablanca sin Steiner, Goldfinger o Memorias de África sin Barry, Ben-Hur o El Cid sin Rózsa, La muerte tenía un precio o Hasta que llegó su hora sin Morricone, Jules y Jim o Un hombre para la eternidad sin Delerue, Los paraguas de Cherburgo o El caso de Thomas Crown sin Legrand, Las horas o Wonderland sin Glass, El planeta de los simios o Chinatown sin Goldsmith, Qué verde era mi valle o La conquista del Oeste sin Newman, Espartaco o Cleopatra sin North, El silencio de los corderos o El Señor de los Anillos sin Shore, los Toy Story sin Randy Newman, Misión imposible o Harry el sucio sin Schiffrin, Éxodo sin Gold, Horizontes de grandeza sin Moross, La conversación sin Shire, Dos hombres y undestino sin Bacharach, Tal como éramos sin Hamlish, Interstellar sin Zimmer o Todo sobre mi madre sin nuestro nominado Iglesias?

Seguro que no. Esas músicas son partes esenciales, no meros adornos, de las películas cuya alma expresan. Pero la Academia, por lo visto, no está de acuerdo y relega el Oscar a la mejor banda sonora original a un previo a la ceremonia después resumido. Una vergüenza. Un error. Una injusticia. Y lo mismo -salvo que rectificara a última hora- hará con algo tan fundamental como el montaje -la articulación esencial de una película- y tan importante como el diseño de producción -que los fantasmas de geniales diseñadores Van Nest Polglase, Cedric Gibbons, Alexander Trauner o Ken Adam persigan a la Academia-, además del maquillaje y los cortometrajes.

Sobrado de razón, de realismo y de modestia ha estado Spielberg al protestar: "Todos hacemos películas juntos, nos convertimos en una familia en la que un oficio es tan indispensable como otro. Todos estamos en la misma línea dando lo mejor de nosotros para contar las mejores historias que podamos. Y eso significa que todos deberíamos celebrar juntos la gala".

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