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En el gris cabemos todos

La Constitución, inamovible para el PP y repudiada por otros, fue producto del consenso, del pacto, del gris

En política, como en la vida, si hay que dividir el mundo entre santos y demonios, o buenos y malos, nos equivocamos siempre. Esta reflexión la hizo hace un par de meses en el Festival de Cine de Málaga Guillermo del Toro, Oscar de Hollywood a la mejor película este año, que dio una extraordinaria masterclass ante mil personas. El gran cineasta mexicano demostró un conocimiento enciclopédico de todas las técnicas del cine. Habló de diálogos, géneros, escenarios, iluminación, encuadres, maquillaje, efectos especiales, lentes… No se la pierdan; hora y media apasionante. La tienen en YouTube: 21 FMCEE Master Class Guillermo del Toro.

Hacia el final, Del Toro habla de cómo el cine negro retrata defectos y virtudes de las personas, y rechaza la alternativa de que o se es santo o se es demonio. "Dentro de ese espacio no se puede vivir. Cuando tú haces la dicotomía entre el blanco y el negro, te tienes que acordar que el único espacio en el que hay oxígeno es el gris, ahí cabemos todos. ¡En el blanco y en el negro no cabe nadie!, nadie". Viene a cuento este comentario del momento político que vivimos en España, en donde la Constitución de 1978, inamovible para el PP y repudiada desde posiciones distintas por los socios de investidura del presidente Sánchez, fue producto del consenso, del pacto, del gris.

El gris, un color minusvalorado, fue también elogiado el año pasado en este Festival. En la inauguración actuó Jorge Drexler, que cantó unas décimas que había dedicado al Guernica. "La sangre gris en el lienzo clava su lanza y salpica; no hay rojos más intensos que los grises del Guernica". El cantante uruguayo le sacaba otros colores al gris: no hay verde con más futuro que los grises del Guernica. No es la única canción que ha hecho Drexler utilizando la espinela, dedicada a una guerra. La milonga del moro judío, sobre el conflicto árabe israelí, dice "la guerra es muy mala escuela, no importa el disfraz que viste, perdonen que no me aliste bajo ninguna bandera".

Aquí mismo tenemos otra guerra, a la que algunos quieren ponerle banderas y cruces en las playas aunque no haya muertos. Y no, no era por el aniversario del Desembarco en Normandía. Ya advirtió el viejo presidente Mitterrand hace más de 20 años que el nacionalismo es la guerra. El independentismo catalán irredento, convencido de estar en posesión de la verdad absoluta, no acaba de comprender que sólo hay oxígeno en el gris. Los demás también deberíamos aprenderlo. Porque ahí cabemos todos.

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