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El balcón

Ignacio / Martínez

La guerra de los Bush

AObama le ha explotado en la cara otra espoleta retardada de la guerra de los Bush: la CIA torturó, en algunos casos hasta la muerte, a meros sospechosos de tener alguna relación por remota que fuese con terroristas islámicos. En un informe demoledor de 6.000 páginas, resultado de cinco años de investigación, la Comisión de Inteligencia del Senado americano concluye que la agencia de espionaje cometió tropelías ilegales sobre un número tan clandestino de presos, que ni siquiera la CIA sabía cuántos eran. Su propio director actual ha calificado esta guerra sucia como errores y abusos aberrantes y lamentables.

El presidente Obama se abraza a la misma idea: ha dicho que ha sido un error que no debe repetirse, en un intento claro de mirar para otro lado. De hecho su ministro de Justicia ha avisado de que no piensa procesar a ningún agente por estos crímenes. El presidente de Estados Unidos demuestra una vez más la frivolidad que supuso la concesión del Premio Nobel de la Paz sin mérito alguno hasta entonces, ni contraído con posterioridad. La CIA dice que estas actuaciones se hicieron al servicio de la nación, lo que quizá quiera significar que se realizaron por encargo del presidente Bush. Lo único lúcido en este deslucido sainete es lo que ha manifestado el portavoz de la Casa Blanca: estos brutales interrogatorios han socavado la autoridad moral de Estados Unidos en el mundo. Amén.

Con cinismo, la CIA llamó a estas torturas por ahogamiento o impedir el sueño "técnicas de interrogatorio reforzadas". Ignoro cómo se llama en la Administración americana la confiscación de tierras a agricultores árabes para construir nuevos asentamientos judíos en territorios ocupados de Palestina. En todo caso, el apoyo ciego de Estados Unidos al expansionismo de Israel también socava su autoridad moral en el mundo. Y además no ayuda a resolver un conflicto decisivo para el envenenamiento de las relaciones del mundo árabe con Occidente. Era incluso el principal foco de desestabilización hasta que llegó la guerra de los Bush-Blair-Aznar-Barroso que sustituyó una dictadura por un estado fallido en Iraq, en el que ha florecido un califato terrorista.

El miércoles en un enfrentamiento con soldados y policías murió el ministro palestino encargado de la lucha contra los asentamientos y el muro de separación. Y esta ya no es la guerra de los Bush, sino la de un Premio Nobel de la Paz.

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