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La tribuna

Antonio Fernández

Una hoja de ruta para la igualdad

UNA de las obligaciones de las sociedades que se consideren progresistas es no darse nunca por satisfechas, y menos en una materia como la de la igualdad laboral. Por eso hoy, 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, debemos destacar lo mucho que resta para lograr la plena equiparación entre los hombres y las mujeres. Ya afirmaba Víctor Hugo que nunca se alcanzará la igualdad sin la equidad. Por eso quiero comenzar este artículo subrayando una asignatura pendiente en lo real: la brecha salarial que aún separa a hombres y mujeres.

Al día de hoy, la igualdad entre ambos sexos existe desde el punto de vista legal, porque está reflejada en nuestro Estatuto de Autonomía y recogida en el VII Acuerdo de Concertación Social de Andalucía. Es una realidad en negro sobre blanco.

Aún persisten desigualdades, pero no debemos olvidar los avances conquistados. Es una realidad innegable la espectacular evolución de la ocupación femenina durante la última década en Andalucía. Los datos lo avalan: el 72,5% de los nuevos empleos creados fueron cubiertos por mujeres. 500.700 andaluzas se incorporaron al trabajo como nuevas activas.

El fenómeno se mantiene pese a la crisis económica actual. En el último trimestre del año 2009, el empleo femenino andaluz creció en 29.300 ocupadas, frente al retroceso masculino. En contraste, en el resto de España, la ocupación disminuyó en 51.600 mujeres.

La Consejería de Empleo se ha destacado como defensora de ese proceso de igualdad mediante incentivos que priman el acceso de la mujer a sus programas de formación e inserción laboral. Desde 2004 a 2009, más de 105.000 mujeres se han beneficiado de los más destacados.

Este reconocimiento de lo andado no obedece a un intento de propaganda, sino a demostrar que si es posible andar tanto, se puede llegar a mucho más. Como gestora de lo público, la Junta de Andalucía también debe dar cuenta del destino de los recursos empleados y de sus frutos.

Merece la pena resaltar que las mujeres han dado un salto de gigante respecto a su situación de hace 30 o 40 años, porque eso nos lleva a seguir en el empeño. La lucha por conquistar mayores cotas de igualdad ha hecho posible que el siglo XX, en especial las dos últimas décadas, pase a la historia como el de la equiparación legal entre hombres y mujeres. Y, posiblemente, el XXI será el siglo de las mujeres. En todos los campos. Aún así, queda un largo camino para que la mujer trabajadora salte desde la igualdad legal a la igualdad real.

¿Cómo lograrlo? ¿Cómo pasar del papel a la realidad? Desde la Consejería de Empleo, a través del Consejo Andaluz de Relaciones Laborales, los agentes sociales y económicos han diseñado unas recomendaciones en materia de igualdad de género dirigidas a los negociadores de convenios andaluces. Entre ellos destaca el establecimiento de un sistema de selección objetiva para todos los puestos de trabajo; la promoción de un sistema objetivo de ascenso que garantice el equilibrio en las oportunidades laborales. La formación es también una herramienta para llegar a esa igualdad efectiva de oportunidades y los convenios colectivos deben facilitar la conciliación laboral y familiar.

Porque ahora, y según lo pactado, sindicatos y patronal asumen la responsabilidad de hacer real la equiparación salarial en sus negociaciones. Porque el problema -y esto es básico entenderlo- no está en el trato desigual, sino en la clasificación distinta a la hora de realizar las contrataciones. Un ejemplo: a un hombre se le contrata como camarero y a una mujer como ayudante de camarero. Los dos hacen el mismo trabajo, pero el primero tiene una categoría laboral superior y por tanto un salario más alto. Éste es el verdadero problema.

A igual trabajo, igual salario y a igual calificación profesional, igualdad de acceso a los puestos directivos. Ya está identificada la causa de la discriminación y sobre el papel está diseñada la hoja de ruta a seguir.

Ahora, a partir de este día 8 de marzo, desde la Consejería de Empleo vamos a impulsar en toda negociación colectiva la aplicación, entre otras, de las recomendaciones del Consejo Andaluz de Relaciones Laborales. Es una obligación que la sociedad nos impone. La unanimidad de los agentes sociales implicados en las negociaciones colectivas se ha logrado. Ahora sólo falta aplicarla en el día a día. A nosotros, a la Administración, nos corresponde establecer una suerte de control de calidad o de legalidad de la igualdad en estas negociaciones, para conseguir el compromiso de la plena equiparación salarial. La voluntad existe, ahora sólo falta hacer realidad lo que es de justicia.

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