Cambio de sentido

Un hombre bueno con pistola

La ultraderecha usa los avances para retroceder. No para de decir barrabasadas con tal de salir en la foto

En mi primera comunión no faltó ni gloria: el vestido que cosió mi tía la sastra, una homilía inescrutable, un arroz en el campo y -novedad- un vídeo profesional, como en las bodas. El retratista nos propuso grabarnos saliendo por la puerta de casa. Primero yo, después mis padres y mi hermanita, luego los abuelos. Todo fue bien hasta el momento de rodar al abuelo José María. Se quedaba quieto ante la cámara, espectacularmente inmóvil, hierático y bello, como una estatua de mármol entre los demás, que nos movíamos divertidos en torno a él. "Pero abuelo, por favor, pestañea". Quien se mueve no sale bien en las fotos -había aprendido. Pero los tiempos habían cambiado: ahora, para salir, lo que hace falta es moverse mucho, hacer morisquetas, pedorretas, ruido. Bien lo saben los líderes políticos. El problema no es que se muevan mucho cuando hay una cámara delante; el problema es que se mueven únicamente para las cámaras. A eso los entendidos lo llaman pseudoacontecimiento: cosas que se hacen y pasan sólo porque hay una cámara delante.

La ultraderecha no para de decir barrabasadas ante los micros y los focos con tal de salir en la foto, de buscarnos la boca, de que entremos a su percudido trapo. Alto perfil comunicativo, se llama eso. Como los fascismos de toda la vida, la extrema carcunda actual es dinámica, prácticamente futurista, especialmente diestra en el manipulado de todas las herramientas y estrategias de desinformación y propaganda a su alcance. Fascina su capacidad de usar los avances para retroceder. Sólo ellos son capaces de unir brillantina y caspa, candil y foco, nuevas tecnologías y laca pasada de fecha, birlar el tarro de las esencias sin dejar de mirar el móvil. Saben que cuanto mayor sea la barbaridad que digan y cuanto mayor sea la desfachatez con la que sea dicha, más saldrán en la foto y más posibilidad tendrán de ganar votos. Hablar de ellos es hacerle el juego, pero callar ante sus atropellos a la razón y a la buena fe, también.

Santiago Abascal propone un "cambio radical urgente" en la ley para que "los españoles de bien" podamos gastar pistola. Sí, claro. Y capa larga y chambergo. Y en la escuela, por niño, una escopeta y un carajillo. Ahórrele trabajo a La Benemérita. Quizá así pretendan resolver lo de la violencia machista. Canta Kiko Veneno: "Nos matará tal vez / un hombre bueno con pistola". Este es el mundo que pretenden poner al alcance de todos los españoles. Contra ello afilo mi única arma, la palabra.

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