A diestro y siniestro

josé Aguilar

El hombre corriente

OBEDECEN caninamente a sus asesores y jefes de campaña. No hay candidato que resista la tentación de disfrazarse de hombre normal durante la campaña y aparentar la clase de vida que atribuye a la gente corriente. Sí, van de personas corrientes, accesibles, besaniños, abrazaviejas, sencillotes y amantes de los mercados y los bares, pero en cuanto se les rasca un poco el tinglado de la farsa se viene abajo. ¿Qué persona corriente acepta hacer el payaso en televisión? Sólo tendrían credibilidad si alguna vez, aunque fuera una sola, hicieran fuera de campaña la cosas que hacen cuando la campaña llega. Sería la señal de que no todo en ellos es impostura. Por lo demás, no hace ninguna falta que simulen una humanidad que nadie les discute: desde Macbeth sabemos que pocas pulsiones más fieramente humanas que la ambición, y de ambición andan sobrados todos los candidatos (si no, no lo serían). Ser actor es sólo eso: un tipo que miente en la pantalla, decía el gran Marcello Mastroianni. Para ser candidato debería bastar con mentir sobre las promesas electorales. No hace falta que lo hagan también sobre sí mismos. No son como los demás. Dejen ya máscaras, disfraces y muecas.

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