Los hoteles van por las nubes

Y luego se quejan los hoteleros porque Juan Espadas les quiere cobrar un miserable euro por la tasa

El opinador bipolar que sacó a paseo el delegado municipal del Hábitat Urbano, el Turismo y la Cultura, Antonio Muñoz, estará de enhorabuena. Es sabido que este personaje, al que no deberíamos olvidar, apuesta por el turismo de lujo en Sevilla, es alérgico al mochileo y el chanclismo en su ciudad, aunque cuando sale de excursión se aloja en pisos turísticos de los más baratos posibles y se come los bocadillos en las puertas de las iglesias, mientras lamenta que su Sevilla del alma se ha llenado de veladores. El opinador bipolar, al que bautizaré como Antoñito Habitaciones, por ponerle un nombre castizo, se podría camuflar en el buscador de Booking, haciéndose pasar por un francés, un japonés o un yanqui sin arancel, y reservar habitación para hoy en un hotel de Sevilla.

Se llevaría una sorpresa ciertamente curiosa. Antoñito Habitaciones se encontraría con un panorama disuasorio para un concejal que no llegue a fin de mes. Si te quieres alojar hoy en Sevilla, en un hotel de cuatro estrellas (que sería lo mínimo de un turista moderadamente lujoso), el pelotazo está en el entorno de los 200 euros. Es verdad que pueden encontrar habitaciones por 150 euros, e incluso por algo menos en hoteles situados en el quinto pino, allá donde todavía no se sienten los perniciosos efectos de la turistificación bipolar. Sin embargo, también hay un hostal de una sola estrella, pero en la céntrica plaza de San Francisco, frente al Ayuntamiento, que ofrece la habitación doble a 159 euros. Y si duermes en un hostal de una estrella dirán que eres un turista de chanclas, a pesar de que un día te cuesta como ocho pares de havaianas auténticas en las rebajas. No hay derecho a ese clasismo.

Porque todo el mundo no se puede gastar los 287 euros que cuesta la habitación económica en un hotel de cuatro estrellas de la Judería. Ni se plantean una suite en un hotel de cinco estrellas gran lujo de la ciudad, que puede salir por más de 1.000 euros, sólo este sábado sabadete. Y es verdad que un lunes o un martes otoñal pueden ser más baratos, pero también que este fin de semana es uno más de octubre. En los días señalaítos del calendario sevillano, estos precios se disparan, como si fueran bolas de fuego en el firmamento.

Y luego se quejan los hoteleros porque Juan Espadas les quiere cobrar un miserable euro por la tasa turística. ¿Qué diría Antoñito Habitaciones? A este paso, el opinador bipolar va a veranear en Beverly Hills. Puede que encuentre un piso turístico a unos precios parecidos a los hoteles de Sevilla, esa ciudad plagada de mendigos de alto standing y turistas mochileros.

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