Continúa liderando su complicado grupo el Betis, pero hizo méritos más que suficientes para haber signado su clasificación. Y es que aunque la vendetta milanista no tuvo efecto, el partido dejó una sensación demasiado agridulce. Como hace quince días en San Siro, el equipo de Setién laminó al Milan durante una hora, lo que va de todo el primer tiempo al último cuarto de hora, fase en la que Reina salvó a su equipo solo ante Tello.

Estaba emponzoñado el clima verde, blanco y verde por una impertinencia de su técnico, pero a la hora de autos no había tema, todos con el Betis apiñados en su torno. Ambiente de gala en Heliópolis y el mejor Betis que sale a escena para propiciar que el Milan se conforme con el duro rol de perseguir sombras sin saber qué tacto ni que peso tiene la pelota. Y a los doce minutos, la quintaesencia de la doctrina Setién se hace carne con lo inconmensurable del gol de Lo Celso.

Como en Milán, el argentino traduce en efectividad todo lo que genera un Betis que no tiene el menor problema para salvar la presión italiana mediante triangulaciones que rozan la perfección. Puede remachar Sanabria el resultado, pero al descanso se va con la euforia en perfecto estado de revista y sin imaginar que la noche puede torcerse. Y se tuerce tras una falta inexistente que aprovecha Suso para llevar las tablas al electrónico y la incertidumbre al bético.

El recuerdo del último domingo estaba muy fresco, Pau saca una rosca impresionante del mismo Suso, el Milan quiere ganar y el Betis no quiere perder. El empate es mejor para los de Setién que para los de Gattuso, vuelve el Betis a apoderarse de la pelota y Tello tiene la ocasión de llevar el éxtasis a una grada que vuelve a ver que la victoria es posible. No lo fue, pero nadie vislumbró cuando el sorteo y viendo qué grupo tocaba que a falta de dos fechas el Betis sería líder.