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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Lo que la imbecilidad se llevó

El puritanismo americano iguala a conservadores y progresistas. Se diferencian solo en lo que censuran

La censura tiene muchos rostros. En lo que corresponde a Lo que el viento se llevó uno fue el de los censores del franquismo y otro es el de los censores de la plataforma HBO. Cuando esta película de 1939 llegó a la mesa de los censores franquistas en 1943 -porque las negociaciones con la Metro para reanudar la distribución de sus películas en España se iniciaron en 1943 bajo el lema "Un puente de luz y sombras cruza el mar"- les resultó intolerable la desvergüenza de Escarlata atosigando al casado Ashley, su boda por despecho con el memo de Charles y su relación con el sinvergüenza Rett que, para colmo, era amante de Bell, dueña de un burdel. Imposible. Intolerable. Prohibida. Pero era la joya de la MGM y en 1950 estaban en marcha los acuerdos hispano-americanos. Ante la presión, Franco pidió ver la película en su cine del Pardo y autorizó su exhibición. Se estrenó en 1951 -en Sevilla en el Palacio Central al escandaloso precio de 15 pesetas la entrada- destacándose en la publicidad que era la "versión íntegra cual fue estrenada en Estados Unidos".

69 años después los censores de la corrección política progresista americana la vuelven a prohibir. No es la primera vez que la toman con ella en estos tiempos imbéciles y neopuritanos. HBO la ha retirado de su catálogo por "ofrecer una visión idealizada de la esclavitud y perpetuar estereotipos racistas". Y a tomar viento, nunca mejor dicho. No importa que según el American Film Institute sea una de las diez mejores películas de la historia del cine americano, que según la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos sea "cultural, histórica y estéticamente significativa" y que según el público sea la película más taquillera de la historia de Hollywood, en términos absolutos desde 1939 a 1965 y aún hoy si se aplica el ajuste por inflación.

Estados Unidos padece un puritanismo de origen que iguala a conservadores y progresistas. Se diferencian en lo que censuran, pero no en el censurar. En estos últimos años se han censurado obras de Shakespeare, Mark Twain o Harper Lee. Nada nuevo. La Comisión del Vicio de Chicago prohibió en 1908 la proyección del Macbeth de Stuart Blackton con este informe: "Los del cine cogen a un montón de holgazanes de Broadway para que interpreten a Shakespeare y cuando llega a la pantalla es peor que el melodrama más sangriento". Así siguen más de un siglo después.

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