Alto y claro

josé Antonio / carrizosa

¿La imprescindible?

LA situación de auténtica emergencia que se ha creado en el PSOE tras el desastre de la elecciones europeas y el definitivo colapso de Rubalcaba era tan previsible que incluso se dibujó en esta columna hace menos de un mes. ¿Es el escenario que buscaba Susana Díaz? No tengo ninguna duda de que, por los menos, era la previsión con la que se jugaba en el entorno más próximo a la presidenta, que parece que sigue una hoja de ruta perfectamente diseñada para convertirse en la principal dirigente de su partido y aspirar desde ahí, en el momento que a ella le convenga o las circunstancias se lo impogan, a la Presidencia del Gobierno de España. Los hechos que en el Palacio de San Telmo se preveían se han dado uno detrás de otro y ya tenemos a Susana convertida en "referente" y en la persona por la que pasa indefectiblemente el futuro del socialismo español, lo dirija ella directamente, que es su deseo en este momento, o lo haga al final entre bambalinas.

Sin embargo, el panorama se le presenta lleno de dudas y de posibles trampas. La presidenta de la Junta es absolutamente consciente de esta situación y ello le llevará a pensarse mucho los próximos pasos a dar. No es Susana Díaz persona dada a la improvisación y ahora menos que nunca. Las dudas son, fundamentalmente, dos: ¿Ha llegado el momento de dar el salto a Madrid y dejar Andalucía? ¿Es posible compatibilizar la secretaría general del PSOE con la presidencia de la Junta por lo menos hasta que se acabe una legislatura que tiene toda la pinta de no agotar sus cuatro años? Ninguna de las dos preguntas tiene respuesta fácil. Parece claro que la oportunidad de saltar a Madrid le ha llegado a la ambiciosa dirigente andaluza antes de tiempo: le hubiera venido mucho mejor cuando estuviese ya consolidada como presidenta de la Junta y estuviera refrendada por una victoria en unas elecciones autonómicas. Con respecto a la posible compatibilidad de ambos puestos se podrían buscar incluso precedentes, como Dolores de Cospedal en la secretaría general del PP y en la presidencia de Castilla-La Mancha. Pero en el caso de Susana significa asumir el riesgo de fallar en uno o en los dos cometidos -ambos requieren una dedicación exclusiva- y ese es un lujo que no se puede permitir. Cualquier paso que dé lo va a tener que medir mucho y haría mal en fiarse sólo de su instinto político. Porque, como decíamos, el camino está también lleno de trampas, algunas en forma de detractores con aspiraciones y otras, más difíciles de sortear, en forma de halagadores. Hay mucha gente en el PSOE que está esperando que Susana Díaz cometa un error y ahora es un momento clave.

Como presidenta de la Junta se ha labrado en sólo ocho meses un prestigio que se refleja en los resultados electorales de hace una semana. En Andalucía, más por lo que dice y por cómo lo dice que por lo que hace, ha generado una cierta ilusión y además su oposición, el PP, comete error tras error. En la aventura nacional todo es terreno inexplorado y lleno de peligros. Si su proyecto pasaba por hacerse imprescindible para el PSOE, lo cierto es que parece que lo ha conseguido y que hoy no hay otro liderazgo que el que ella representa. Pero haría muy mal en olvidar que los cementerios están llenos de imprescindibles.

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