ABOMINO de las especulaciones y de condenar a los sólo presuntos delincuentes antes que los jueces, pero vaya castaña con el caso de los niños de Córdoba. No quiero mandar a la hoguera antes de tiempo a ese padre presuntamente desnaturalizado que ha podido escribir una de las páginas más negras en la crónica negra de España. País, por cierto, España muy rico en historias truculentas y casi curado de espanto ante sucesos como éste de Las Quemadillas. Una historia ésta a la que no le falta un perejil y que cuenta, por si fuera poco, con el adobo de la increíble equivocación de la señora que peritó los huesos. Todo indica que el padre fue el autor del horrendo crimen y así ha sido imputado. Y la eterna pregunta ante un caso de esta índole, tan difícil de que quepa en cabeza humana, es la de ¿qué tremendo volcán de sensaciones ha de vivaquear en el cerebro de una persona para algo de este calado?
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