TAN exigua es la credibilidad de nuestras Administraciones Públicas, y tan poca la confianza que suscitan, que la petición de auxilio ya les puentea. El Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Andalucía, desolado por el tremendo parón de la actividad constructiva, propone salvar a la profesión con un rescate gestionado directamente por la Unión Europea. Quieren ser considerados igual que la banca, y que desde las instituciones comunitarias se dirigiera un programa de obras públicas equivalente al 3% o el 4% del PIB español. "Con los fondos controlados y dirigidos desde Bruselas", han especificado sus representantes. Esto es otra vía de enarbolar el europeísmo e independizarse a la vez respecto a Moncloa y a San Telmo, sin incurrir en el soberanismo catalán. Los ingenieros y las empresas constructoras no quieren estado propio. Sólo anhelan trabajar y cobrar, que no es poco.

De exceso de trabajo a exceso de paro. Es comprensible el estado catatónico que les embarga, Están suspendidas el 90% de las infraestructuras licitadas en Andalucía, proyectadas o empezadas. Sabedores de que lo barato sale caro, alertan de los 1.500 millones de Fondos Feder de la Unión Europea que pueden perderse para Andalucía por culpa de la drástica paralización de las inversiones. Y conocedores de cómo en la Administración autonómica, que debe hasta de callarse, se está funcionando a golpe de sálvese quien pueda, denuncian que en el último año se han cobrado en Andalucía más de 60 millones de euros al vecindario, vía recibo del agua, por obras de saneamiento y depuración en municipios donde nada de eso se está llevando a cabo.

El vuelo Sevilla-Bruselas necesita aviones de mayor cabida, al ser tantos los sectores que desean echarse en brazos de Van Rompuy y Durao Barroso como si fueran Brad Pitt y Daniel Craig. Los empresarios, los científicos, las orquestas, los jueces... Se encomiendan a ellos como la última instancia política a la que apelar. Más Europa... para salvar los muebles.