Pablo del barco

Escritor y artista

La ingratitud de una ciudad

El pasado día 20 de febrero se inauguró la exposición Los Machado vuelven a Sevilla, patrocinador por Unicaja, en su nueva sede de la capital andaluza. La he visto con ilusión, por la presencia de los dos hermanos poetas en una ciudad que no los quiso demasiado, y con tristeza al constatar que era un acto fundamentalmente político. Explico mi tristeza: yo fui con Antonio Rodríguez Almodóvar y Rafael Alarcón, una de las personas que transcribió los textos originales para la magnífica edición que hizo Unicaja en el año 2005, y con la colaboración de Carmen Molina en el tratamiento físico de los manuscritos. En el año 2011 organicé una exposición, Sevilla y los Machado, patrocinada por el Ayuntamiento de la ciudad, con una notable aportación documental y gráfica, tratando de establecer la importancia de la familia Machado, no sólo de Manuel y Antonio, sino también del padre Machado Álvarez, del abuelo Machado Núñez, de la abuela Cipriana Álvarez, de José y los hermanos menores y de cuantos estuvieron presentes en los avatares de la familia.

Fui el descubridor, y organizador, en el año 1975, de los manuscritos de los hermanos Machado que se encuentran en Burgos, al cuidado de la Institución Fernán González, cedidos en su momento por Bonifacio Zamora, albacea testamentario de Manuel Machado, que pasó la Guerra Civil en Burgos. Tras quitarles el polvo y una enorme cantidad de ceniza de los cigarrillos de Antonio y ordenarlos, comenzaron a surgir algunas publicaciones mías, especialmente varias ediciones de Juan de Mairena, una importante para la Junta de Andalucía. Y no quiero citar muchas más publicaciones mías en torno a la vida y la obra de los hermanos escritores; sólo mi libro Las Sevillas de Manuel Machado, editado por el Ayuntamiento de Sevilla; y el descubrimiento y la edición, con Víctor Infantes, también para el Ayuntamiento, de la tercera parte del Guzmán de Alfarache, que escribió Félix Machado de Silva e Castro, antepasado aristócrata del siglo XVII.

He dejado pasar unos días para que no pareciera esto una rabieta. Nunca fui invitado a la inauguración de la exposición, ni los organizadores se dirigieron a mí para nada. Nunca nadie me avisó de que iba a celebrarse dicha muestra.

He visto en reportajes gráficos pavonearse a las nuevas autoridades políticas andaluzas, tan poco afines al espíritu de los Machado, y a las viejas, que tan poco hicieron por ellos. Pero Sevilla es así, una ciudad en la que si no te exhibes no eres nadie. Yo la llamo "la ciudad de la apariencia", con bastantes razones. Es una pena que una ciudad tan hermosa, a pesar de los sevillanos, como diría Antonio Machado, sea tan desagradecida.

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