Cuando han transcurrido más de 8 meses desde las elecciones generales de 2015 y más de 2 meses de las celebradas en junio de 2016, por no haberse conseguido mayoría suficiente para gobernar, la mayor probabilidad es ahora la de una tercera vuelta electoral, que nos haría tener un Gobierno en funciones más de un año, privado de poder presentar presupuestos y adoptar decisiones de importancia. No me alegra nada haber acertado en mi vaticinio de que, tras los resultados de la segunda vuelta, lo más probable era una tercera, ya que Sánchez anunció que el PSOE no se abstendría en la investidura y Rivera, que tampoco lo harían sus diputados si el candidato del PP era Rajoy.

De entonces aquí ha habido algunas novedades, como la de que Rivera acepta a Rajoy, como demuestra el pacto que han firmado. Pero Sánchez se mantiene en sus trece, negándose incluso a la abstención, porque así dice cumplir el acuerdo del Comité Federal de 28 de diciembre de 2015, que no ha sido revocado. Su postura no ha merecido muchos elogios, sino más bien acervas críticas y no se le encuentra más explicación que su inquina a Rajoy y su afán por aferrarse a su puesto. Hasta el Financial Times se asombra de su postura, que tampoco tiene buena prensa en España, consiguiendo una rara unanimidad. Se le ha llamado "coleccionista de derrotas" y "persona de pocos amigos y malos modales". Lo demostró en el debate electoral frente a Rajoy, moderado por Campo Vidal, en el que le llamó reiteradamente "indecente". Encima, aunque sus asesores de imagen suelen ser ocurrentes, le han hecho decir que el encuentro que le pidió Rajoy el lunes pasado, era "perfectamente prescindible", lo que hace preguntarse a otros comentaristas si el prescindible no es él.

Cuenta Rajoy con 170 apoyos, 33 más que en las elecciones de diciembre (más que Zapatero en 2008 y que González y Aznar, en 1993 y 96). Lo que demuestra que siguió el consejo de Sánchez de que los buscara en su espacio político. No puede conseguir más, porque sólo los obtendría de partidos independentistas que piden algo más que dinero y competencias. Así que, si al menos 11 socialistas no se abstienen votaremos en Navidad por tercera vez. No puede Sánchez intentar el pacto de "progreso" que le han ofrecido Podemos y los independentistas porque el Comité Federal de aquella fecha se lo prohibió. La única esperanza estriba en que también ese Comité mandató a su secretario General para que "antepusiera siempre los intereses de España a cualquier otro objetivo".