Tribuna Económica

gumersindo / Ruiz

El inversor paciente

LAS elecciones europeas ya están aquí, con manifestaciones políticas de líderes y burócratas europeos que tratan de apoyar a algunos gobiernos, dando por buenas sus reformas y olvidándose del incumplimiento del equilibrio del déficit público. De esto ya no se volverá a hablar hasta después de las elecciones, cuando habrá una nueva ofensiva.

Mientras tanto, los órganos europeos, con sus múltiples voces, se ven en la obligación de decir algo sobre reformas que son de su competencia, y entre ellas destaca la financiación de las pequeñas y medianas empresas, a través de resoluciones e iniciativas del Parlamento y la Comisión Europea. Es muy interesante que se hable de financiación a largo plazo, paciente en relación al riesgo, y comprometida con proyectos de inversión. Son actividades que puedan crear empleo de una forma sostenible, frente a las burbujas de comunicaciones, redes sociales y ventas, o inmobiliaria, por citar las más conocidas. Se concreta en cosas que suenan bien: infraestructuras, donde se necesita un millón de millones de euros en inversión productiva desde 2014 a 2020; energía; capital humano, que es educación y salud; e investigación e innovación aplicada.

Por otra parte, la financiación de la pequeña y mediana empresa se ha resentido gravemente, al depender prácticamente de la financiación bancaria. Por eso se quiere diversificar haciendo atractiva la presencia de inversores directos, fondos, compañías de seguros, fondos soberanos, y bancos de desarrollo europeos; y mejorar los mercados de capitales en renta fija y en acciones, la refinanciación y venta de crédito. Pero sobre todo se nota un cambio en relación con el ahorro a largo plazo; hay 125.000 planes de pensiones de empleo en la Unión Europea, con 2,5 billones de euros, y 75 millones de partícipes, que es el 20% de la población europea en edad de trabajar, pero está -como casi todo- muy mal distribuido dentro de Europa. Este es un ahorro paciente que debería vincularse a la rentabilidad de proyectos empresariales y públicos de largo plazo, y como tal debería abordarse políticamente, como un ahorro familiar, nunca como una alternativa al sistema público de pensiones.

Otra cuestión llamativa es el desarrollo del llamado crowfunding, o financiación por particulares, al que los organismos europeos dedican mucha atención. El no financiero agrupa los donativos a un proyecto sin esperar nada a cambio; o alguna recompensa, como por ejemplo aparecer como extra en una película que se ayuda a financiar; o recibir un producto nuevo que se financia, que puede ser un vino nuevo, o una cámara de cámaras panorámica. Y el financiero, un préstamo a devolver, con intereses o no; y la inversión, que depende de los beneficios. Aunque atractiva, esta financiación ha supuesto en la Unión Europea sólo unos 1.000 millones de euros en 2013, frente a los seis billones que es el saldo de la financiación bancaria. Como en otros ámbitos, el papel institucional público es fundamental, tanto si hablamos de Europa, de España, o de Andalucía, y no tanto financiando como avalando proyectos, introduciendo transparencia y facilitando la inversión.

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