Tomás garcia Rodríguez

Doctor en Biología

La isleta de María de las Mercedes

Entre las plantas del islote destacaba un espléndido árbol del fuego, hoy desaparecido

María de las Mercedes de Orleans y Borbón era hija de los duques de Montpensier, María Luisa Fernanda de Borbón y Antonio María de Orleans, que huyeron de Francia en 1848 y se afincaron en el palacio sevillano de San Telmo. Aquí residirían de forma estable, salvo periodos de exilio por revoluciones o desencuentros con la reina Isabel II, manteniendo una intrigante corte paralela a la de Madrid y con deseos de acceder al trono de España.

La donación de gran parte de los jardines de San Telmo a la ciudad de Sevilla por la viuda duquesa de Montpensier constituyó el germen del Parque de María Luisa, donde aún quedan fascinantes lugares anclados en el pasado. La actual Isleta de los Pájaros es uno de esos enclaves con historia, encanto y leyenda, pues procede de un rincón palaciego junto al pabellón neomudéjar de Alfonso XII, el cual quedaría en el centro del Estanque de los Patos diseñado tiempo después por J. C. Nicolas Forestier. Entre las plantas del islote destacaba un espléndido árbol del fuego -Grevillea robusta- que recibía a los visitantes tras el puente de piedra que cruza el lago; desgraciadamente, hoy solo se puede contemplar un desangelado cartel referente al magnífico árbol desaparecido... Venerables acebuches, esbeltos almeces, un añoso algarrobo, un par de grevilleas jóvenes, bellas cicas y un ave del paraíso gigante se mantienen en pie, conservando el espíritu mágico de antaño. "Una dalia cuidaba Sevilla/ en el parque de los Montpensier./ Ataviada de blanca mantilla/ parecía una rosa de té./ De Madrid, con chistera y patillas,/ vino un real mozo muy cortesano/ que a Mercedes besó en la mejilla/ pues son los niños primos hermanos [...]".

Siendo muy jóvenes, el futuro Alfonso XII y María de las Mercedes se conocen durante las fiestas navideñas de 1872 celebradas en el castillo francés de Randan, manteniendo desde entonces una mutua atracción que se vería realzada en repetidos encuentros, ocurridos algunos de ellos en los Jardines de San Telmo. Según cuenta la leyenda, en el romántico pabellón se declaran amor eterno y Alfonso promete llevarla al altar en un próximo porvenir, lo cual se consumaría en 1878, tres años después de la restauración monárquica auspiciada por Cánovas del Castillo. El matrimonio real dura solo cinco meses, pues María de las Mercedes fallecería de tifus mal diagnosticado con dieciocho años recién cumplidos, dejando helado el corazón del rey y el de toda España.

Aún se pueden intuir las risas, los abrazos y los besos de los enamorados cuando se penetra en la evocadora isla y se oyen bajo el templete los trinos de los pájaros y el arrullo de las palomas, lugar al que Alfonso nunca más volvería en un vano intento de olvidar a su amada.

"[...] María de las Mercedes,/ mi rosa más sevillana:/ ¿por qué te vas de mis redes/ de la noche a la mañana? /.../ Te vas camino del cielo/ sin un hijo que te herede./ España viste de duelo/ y el Rey no tiene consuelo:/ ¡Ay, María de las Mercedes!" (Rafael de León).

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