Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Un islote fiscal

NO hay que ir muy lejos para encontrar islotes fiscales. A veces ni siquiera es necesario traspasar la frontera. España, sin ir más lejos, es un islote para los futbolistas extranjeros. No sé mucho de fútbol y eso me posibilita un análisis, digamos, en frío, desapasionado. Supongo que cualquier forofo tendrá explicaciones sentimentales y vehementes para desacreditar el argumento del mero sentido común, pero a mí me atrae la posibilidad de que esa (la de la isla fiscal española) sea la razón profunda de que las grandes estrellas del balompié acaben en la mejor liga del universo, que es la nuestra, del mismo modo que las fortunas dudosas terminan en Andorra o Suiza. De hecho he leído que los futbolistas, y toda la panda de regateadores y comisionistas que van detrás, en igualdad de condiciones prefieren la liga española a la inglesa o la italiana. Pura cuestión tributaria.

El paraíso fiscal de España (un paraíso tolerado sólo para algunas grandes fortunas y para los "profesionales de élite" que se desplazan a España temporalmente) supone para los jugadores u otras estrellas del espectáculo un ahorro de un 19% de impuestos, un porcentaje que aplicado a cualquiera de esas fantásticas sumas que leemos en los diarios a comienzo de temporada supone cientos de millones de euros. Un ahorro que facilita los fichajes y nutre el negocio del fútbol.

La reforma de la denominada ley Beckham, pactada en el Congreso por el PSOE, Izquierda Unida y el Bloque Nacionalista Galego, es un acto de justicia fiscal que viene a corregir un desajuste indebido. A partir de la aprobación de la ley de Presupuestos, los futbolistas tendrán que pagar a Hacienda de acuerdo al Régimen General del IRPF, es decir, una tarifa progresiva cuyo máximo está establecido en el 43%, exactamente igual que usted o yo. La gente corriente, pues, ya tenemos algo en común con las grandes fortunas del deporte. No es mucho, desde luego, pero suena bien, sobre todo si comparamos el estado fiscal de que disfrutan los futbolistas con la disminución que van a sufrir las partidas destinadas a investigación.

Las quejas, claro, provienen de los profesionales del fútbol, de esa inmensa masa de individuos de toda laya cuyos ingresos son proporcionales a la efusión con que los aficionados celebran los goles, las carreras y los regates de sus ídolos. Uno de esos profesionales ha definido el favoritismo fiscal del fútbol en España como "el régimen que sirve de atracción del talento". En Bahamas, Islas Caimán o Liberia le deban llamar también así, régimen para captar talentos, a sus sistemas tributarios.

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