BRAMAN en Pamplona por la forma en que Iturralde desatascó al Sevilla, braman en Sevilla por las cosas que dicen los de Pamplona, braman muchos béticos porque consideran que decir que la flauta sonó es peyorativo y no acorde con los méritos indudables de su equipo en Barcelona, aquí el que no brama no mama, parece desprenderse de tal oleada de bramidos. Y en el ínterin se escapa parece que definitivamente el Real Madrid a no ser que caiga en ese síndrome de cómo a Bernd Schuster se le caían sus equipos a lo largo de la segunda vuelta. Pero no parece que vaya ocurrir, pues el equipo gana, gana y gana sin que se aburra.

Nueve puntos al segundo cuando se acaba de superar el ecuador de la Liga es una barbaridad y esa barbaridad puede hacerse decisiva viendo el rendimiento que da su más inmediato perseguidor. Hay que ver cómo ese inmediato perseguidor fue arrollado por el rústico Athletic en el hoy mollar San Mamés. Pero es que no sólo el Barça colaboró a que el Realísimo se destacase todavía más de lo que estaba, que todos sus perseguidores se cayeron en esta segunda jornada de la segunda vuelta. Ahí sí que no brama el personal, ahí sí que están satisfechos de cómo discurren las cosas en este curso en que todo, menos el liderato, se mueve en un pañuelo.

En lo más cercano, magnífico el comportamiento del equipo bético, que dio un tramo final de partido magnífico en el Olímpico de barcelonés. Parece como si ya el Betis hubiese tomado la idiosincrasia rebelde de Paco Chaparro, pues no se recordaba a un Betis tan hermosamente aguerrido como el que arregló su tarde con dos goles en sendas campanas. Mientras tanto, brama el personal, pues si no brama no está satisfecho de vivir. Braman en Pamplona, braman en Nervión y, una vez que el equipo les da una alegría, hasta algunos por Heliópolis sacan la gaita por interpretar las cosas como les vienen en ganas. ¿Será por bramar? Y es que el que no brama...