Brillará la Luna creciente en la vertical del Museo y nos estallarán los sentidos viendo a Cristo inhalando el último soplo de vida con el aire de la plaza cuando ya sea alta madrugada y haya cantado el gallo por tercera vez. Hoy es el día mayor de mi barrio, de esa collación que tiene a San Vicente como cordón umbilical que une el Museo con San Lorenzo y a Cristo expirando con el que todo lo puede en la intimidad de su basílica. Lunes Santo en mi barrio, sinónimo de fiesta grande al conjuro de tres cofradías de ruan y jornada que amanece muy temprano para la cita tácita en San Vicente, calle Jesús y Museo, mientras la cola se alarga y se alarga aguardando el momento de besar la mano del Señor. Desde mi más lejana niñez, el Lunes Santo estaba señalado de forma destacada en el calendario anual y hoy, aun en la certeza de que se acerca la orilla, no puede ser menos.