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Por montera

mariló / montero

El lado oscuro de Tahrir

CREÍA que la plaza de Tahrir era el lugar donde miles de egipcios se reunían para exigir al poder que luchara por sus derechos humanos y constitucionales. Llevo meses, o quizá, más de un año viendo esa plaza cual pirámide revertida donde surge la vida en su estado puro. Donde miles de hombres y mujeres acampaban durante muchos tiempo, tanto que abandonaban sus responsabilidades por una causa mayor: luchar por la libertad. Pero Egipto se destruye a sí mismo. El Ejército se presenta como el salvador de la patria, un Ejército cuyo poder económico, empresarial e influencia realmente se desconoce, pero visto los últimos acontecimientos por los que pasa un golpe de Estado aplaudido con lágrimas benditas de los manifestantes, hace dudar de si la democracia es compatible en un país islámico.

Pero no quiero desviarme de contarle mi decepción sobre la plaza de Tahrir. Decía que al verla siempre me transmitía la valentía de un pueblo que lucha por vivir en justicia. Hasta que alguien ha puesto el zoom sobre ese enjambre de cabezas que nos proyectan las televisiones, para llegar a ponerme los pies entre el gentío hasta facilitarme ver alguna de sus realidades. En esa plaza en la que se oyen sonidos de fiesta y mensajes positivos en busca de la revolución hay una parte negra. Es el lado oscuro de Tahrir. Human Rights Watch denuncia que un centenar de mujeres han sido agredidas en ese plaza emblemática durante las concentraciones anti Mursi. Han sido atacadas por los propios manifestantes que gritan lo mismo que ellas.

Utilizan una estrategia que implica la actuación de más de cien hombres. Primero, 15 de ellos, separan a la mujer de su grupo. La rodean y aíslan de sus amigos. Ella queda secuestrada entre ellos, protegidos por otros círculos de hombres cómplices del ataque. Uno la golpea, desgarra su ropa hasta desnudarla y la viola. El tercer y cuarto grupo de hombres se encargan de forjar una barrera humana para que nadie se acerque. Estos actos constantes no tienen límite ni castigo ya que la Policía no permanece en la plaza para evitar provocaciones, por lo que los agresores quedan impunes. El acoso sexual en Egipto es una epidemia. Y se preguntan ¿por qué sucede esto en la plaza Tharir, durante las manifestaciones? La respuesta de una voluntaria Zeinab Sabet: el interés es político, para atemorizar a las mujeres y que no vayan a manifestarse a la plaza Tahrir.

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