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Puntadas con hilo

María José Guzmán

mjguzman@grupojoly.com

El lado oscuro del turismo

El alcalde yerra al decir tajante que hoy los pisos turísticos no generan tensiones, sea o no falso

El alcalde de Sevilla, el socialista Juan Espadas, cometió la pasada semana en Madrid un error difícil de justificar al hablar de la presión que ejerce sobre la ciudad el turismo. En un debate en el Foro Exceltur con el alcalde de Madrid y el de Palma de Mallorca, a Espadas no se le ocurrió otra que negar tajantemente que las viviendas turísticas estén expulsando a los vecinos del centro o que la subida del precio de los alquileres como consecuencia del boom de este tipo de alojamientos esté generando tensiones.

En las redes sociales y nuevos patios de vecinos el ruido es atronador, otra cosa son las denuncias formales... Pero un puñado de quejas sería ya más que suficiente para cambiar el discurso de un gobierno municipal que aspira a convertir a Sevilla en una ciudad sostenible, con todo lo que eso conlleva. Por eso se equivocó con sus declaraciones. Interpreto que fue un intento desafortunado por explicar que Sevilla está lejos aún de los problemas que registran capitales como Barcelona, Madrid o Palma. Y es cierto, pero nada lo exculpa.

En ese difícil equilibrio al que obliga el crecimiento de un sector que, a día de hoy, es una locomotora económica en la ciudad, no se puede descuidar el lado oscuro que también tiene el turismo. Una actividad vital y probablemente demonizada de manera injusta. Hay muchos empresarios que son ejemplares, que se esfuerzan por crecer sin molestar al de enfrente y que deben seguir aportando riqueza a la economía local, no sólo a sus bolsillos como apunta la crítica más vacía y facilona de la corriente ciudadana más antiturística.

La que era una industria potente sin chimeneas, haya desbordado o no la ciudad, representa amenazas y el debate mundial ahora es cómo ponerle límites sin perjudicar a nadie. La Feria Internacional del Turismo de Madrid ha sido bautizada este año por algunos como el Fitur de Greta, en referencia a la joven activista. Thunberg, impulsora de una huelga estudiantil mundial y cara visible de la lucha contra el cambio climático, viajó a Davos en tren mientras los mandatarios que iban a la cumbre a escuchar su arenga volaban en avión. Y hay encuestas que dicen que un 35% de los encuestados apuntan que viajarán menos para disminuir su huella ecológica, mientras se extiende el movimiento Flygskam, que se traduce como vergüenza a volar. Las voces que se alzan no sólo son las del sector más conservador e inmovilista.

Lo sostenible está de moda, también en el turismo. Y cumplir con este criterio implica establecer límites. El gobierno municipal no debería desperdiciar la mínima ocasión para insistir en que va a regular, sin más dilación, este espectacular crecimiento turístico de Sevilla. Y esta ordenación implicará restricciones. Seguro que ayudarán a que la población tome, con serenidad, conciencia de la importancia del turismo. El equipo de Espadas, que con valentía vuelve a reivindicar la tasa turística, debe seguir por esa senda de regulación. Dice que limitará los pisos turísticos "por interés general" que, en definitiva, es el interés de todos, incluido el suyo propio.

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