Terminó la vendimia y se recogió el membrillo, pero ahí siguen las moscas que genera lo primero y el calor derivado de lo segundo. Verano interminable habemus, qué le vamos a hacer, y para el fin de semana próximo se barrunta otro arreón de los mercurios hacia arriba. Llevamos ya un mes de otoño y sigue pareciendo verano, con los campos como eriales y sin que el verde esté y, ni al parecer, se le espere. La deseada lluvia hizo mutis por el foro y ni pistas de ella, que ya mismo se produce el cambio horario sin que haya que variar el vestuario. ¿Es esto el cambio climático? Yo qué sé; lo más probable es que estemos en un ciclo seco que acabará cuando la Madre Naturaleza así lo imponga. Lo cierto es que se recogió la uva y los fastidiosos dípteros siguen mosconeando sin que den la impresión de que hayan pensado abandonar la batalla. Qué verano más largo, joé.
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