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Tribuna Económica

Rogelio / velasco

U n largo 2014

LOS últimos datos hechos públicos por el Banco de España durante estos días, confirman las pesimistas previsiones realizadas las pasadas semanas sobre la evolución de la economía española durante el último trimestre del pasado año y el conjunto de indicadores adelantados de los que disponemos para los primeros meses del presente ejercicio.

La economía española continúa a un ritmo elevado y continuo el proceso de desapalancamiento. El crédito a los hogares se está reduciendo a un ritmo anual del 4% y el de las empresas al 7%, durante los dos primeros meses de 2014. El volumen de crédito de los primeros representa el 82% del PIB -8 puntos porcentuales menor que en 2010- y el de las empresas el 112% del PIB -20 puntos menor que en 2010-. A pesar de esta reducción, ambos son todavía elevados para los estándares históricos y superiores a lo que diversos trabajos de investigación consideran sostenibles a largo plazo.

Como consecuencia de la continua reducción del crédito, de la gran reducción salarial y de la destrucción de empleo, la demanda interna se contrajo el pasado año a la muy elevada tasa del 4,3%. Sólo el gran comportamiento del sector exterior -que contribuyó un positivo 2,8% al PIB- compensó parcialmente la pésima situación interna, dejando el crecimiento negativo en el 1,4%.

Es cierto que, durante el pasado año, se produjeron eventos que no volverán a repetirse durante el presente, especialmente la tan pronunciada reducción de los salarios, por lo que cabría prever una mejora significativa de la demanda interna durante el presente ejercicio. Sin embargo, los elementos de inercia asociados a dichos eventos -producidos en parte a finales del pasado año- y la continuidad en la contracción del crédito a familias y empresas, dibujan el presente panorama pesimista.

Dos elementos van a resultar relevantes. En primer lugar, la negociación del Gobierno central con Bruselas para permitir una reducción mínima -de sólo un punto porcentual- del déficit público. A la vista del empeoramiento de las previsiones, lo más probable es que se conceda, con lo que el ritmo de contracción de la actividad se verá suavizado en lo que provenga del sector público.

En segundo lugar, la aportación positiva del sector exterior va a depender del ritmo de recuperación de las economías europeas. Aún cuando la diversificación de las exportaciones españolas a mercados extracomunitarios está permitiendo sortear la crisis y presentar un extraordinario balance, el peso relativo del mercado de la UE continua siendo muy elevado, por lo que una continuidad en el estancamiento de las economías de la UE tendría un efecto negativo.

En conjunto, el panorama más probable es el de una contracción de la actividad similar a la del pasado año, con tasas muy negativas durante estos primeros meses, que irán suavizándose en los meses finales. Desgraciadamente, no va a ser suficiente para detener la destrucción de empleo, aunque sea a menor ritmo.

El año va a ser largo, por su dureza. Todos los ajustes llevados a cabo han mejorado sustancialmente la capacidad competitiva. Las empresas deberían continuar batiendo records de exportación y la banca financiando estas actividades. Es lo único que crece.

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