HORA es ya de que Juan Espadas apueste por un modelo de Pleno que no haga insoportables las sesiones, que con facilidad se prolongan durante siete y ocho horas, cuando ya no queda público ni casi periodistas en el Salón Colón. Los bostezos, las caras de sopor y otros efectos del cansancio no generan la mejor imagen de los señores capitulares, algunos hasta frecuentan bares del entorno durante los debates.

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