LLEGÓ el día. Como todo llega en esta vida, el día en que fumar puede ser motivo de sanción ha venido y todos sabemos cómo ha sido. Desde hoy, y tras la tregua de Año Nuevo como regalo al fumador, puede delinquirse por el mero hecho de encender un pitillo. Lo que era una persecución en toda regla ha derivado a un acoso que en ocasiones puede ser acompañado de derribo. Acoso agobiante para esa cantidad de mortales que no han logrado sacudirse la costumbre que a tantas generaciones se nos metió en vena en aras a lo que se dio en llamar uso socialmente elegante. De elegante se ha pasado a especie de vicio nefando y que a partir de hoy puede alimentar el celo de esos inquisidores vocacionales que tanto abundan en nuestro entorno de españolitos de a pie. Hasta veinte mil duros pueden caer de multa de reincidir en lugares inadecuados como cornada muy grave a la cartera. Señor, qué afán recaudador.
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