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Tribuna Económica

Rogelio / velasco

a lgunas sombras sobre 2013

EL Senado de EEUU aprobó, pasadas las dos de la madrugada del día 1 de enero, las medidas fiscales propuestas por Obama, que van a evitar una gran contracción fiscal y un brusco frenazo a la economía. Ha tenido que ceder en la progresividad del impuesto sobre la renta, pero ha evitado grandes recortes sobre el seguro de desempleo y otros gastos del Gobierno.

Muy mal empezaríamos el año si el Congreso no lo aprobara los próximos días, porque las perspectivas para la UE también son negativas. El desapalancamiento de las economías europeas va a continuar, en familias, empresas y bancos. El crecimiento de la demanda en los países de la zona va a seguir en zonas negativas o muy débiles.

Vamos a vivir un impasse político que, en circunstancias normales, no seria muy relevante pero que en las actuales resulta angustioso y evoca el Esperando a Godot. Alemania celebra elecciones en el último trimestre del año. No cabe esperar un cambio de rumbo en la política económica. Es más, el actual Gobierno ha adelantado tres años la consecución del equilibrio presupuestario, con lo que el principal motor de crecimiento europeo continuará siendo un peso muerto, en lugar de una palanca del crecimiento. Sólo si la actual coalición se ve obligada a pactar con los verdes cambiaría el panorama. Pero eso será a final de año.

Francia tiene un Estado demasiado grande. No puede financiar ni la actual estructura ni los compromisos adquiridos para satisfacer los derechos sociales. El Gobierno de Hollande se encuentra desorientado y apenas ha adoptado medidas para sortear lo inevitable: un retraso en el cumplimiento de los objetivos fiscales y la amenaza de degradación de la calificación de la deuda.

Si nuestros principales socios comerciales -exportamos el 65% a la UE- no crecen y las expectativas están deprimidas, el sector exterior de la economía española se va a resentir. Esto va a suceder, a pesar del extraordinario comportamiento exportador en mercados emergentes, especialmente -¡por fin!- en Asia. La capacidad de arrastre del sector exportador sobre el resto de nuestra economía va a ser más limitada aún.

En el frente interno, las cosas no irán mejor. El Banco de España ya ha constatado la rápida desaceleración de la actividad en el cierre del año pasado. Esta coyuntura va a continuar, al menos, durante los tres primeros trimestres del año. La reducción de salarios públicos, la subida del IVA y de los precios de servicios esenciales y el crecimiento del desempleo, están causando estragos sobre nuestra actividad.

Este panorama sitúa a la Administración central y a las autonomías, en una situación extraordinariamente difícil para poder cumplir los objetivos de déficit por, al menos, dos motivos. Primero, con una tasa de crecimiento negativa en torno al 1,5%, no cabe esperar un aumento significativo de la recaudación. Segundo, una vez ejecutados los primeros recortes -reducción salarial, congelación de contrataciones- las siguientes rondas de recortes son mucho mas traumáticas económica y socialmente, porque pasan por la reducción de plantillas que, si tienen que ejecutarse, deberían dirigirse mas a la estructura administrativa de ministerios y consejerías, que a los servicios de educación y sanidad.

Este año, el tejido social de España y de Andalucía se enfrenta a la prueba de fuego de comprobar si es capaz de soportar la situación económica sin que salten las costuras.

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