CADA vez que voy a Oviedo y paseo por sus calles más envidia me da. La capital del Principado puede considerarse paradigma de las ciudades limpias de España, que son más de lo que la gente pueda pensar. En Oviedo, la limpieza se conoce como una gabinada más, que el alcalde se llama Gabino y lo mismo se le llama así a la limpieza que a la discutible obra que ha hecho Calatrava donde estaba el campo de fútbol anterior. Podría decirse que en Oviedo hasta se puede comer en el suelo, de ahí la envidia, nada sana, que provoca en cualquier sevillano que se adentrase por Trascorrales, Escandalera o Uría. Pero hete aquí que creo que estamos en el camino de que esa envidia se corte de raíz por el afán de limpieza que se está viendo hogaño. Lipasam es más naranja mecánica que nunca y eso da mucho pie a que brote la verde esperanza de que algún día paseemos por Oviedo sin ningún motivo para la envidia.
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