FERIA Toros en Sevilla hoy | Manuel Jesús 'El Cid', Daniel Luque y Emilio de Justo en la Maestranza

La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

El listón lo puso Sánchez

Dolores Delgado debe dimitir, pero no por lo que dijo en los audios de Villarejo, sino por mentir sobre su relación

Pedro Sánchez ha mandado parar el goteo de dimisiones de ministros y resistir la rueda de escándalos, escandalillos e irregularidades que van minando la moral de algunos, proceda su revelación de las cloacas del Estado o de la indagación periodística. Después de Huerta y Montón, el presidente fijó el nivel mínimo de la resistencia en su propia tesis doctoral y lo ha extendido a los ministros de Justicia y Ciencia y a quien se tercie desde ahora.

Lo malo, para él, es que antes ya había fijado, pública y reiteradamente, otro listón en la vida pública, el de la exigencia ética más estricta. Lo puso a sus adversarios políticos (lo inauguró aquel "Señor Rajoy, usted no es una persona decente") y lo prometió solemnemente para él y para los suyos. Su única bandera en la moción de censura fue la regeneración de la política.

Los escrúpulos morales aplicados a la conducta de los contrincantes, muy útiles para su desprestigio y caída, se le vuelven en contra como un bumerán. ¿Qué hubiera reclamado Sánchez en la oposición si a una ministra del PP la hubieran pillado en compañía del siniestro comisario Villarejo, haciendo referencia más bien homófoba a la sexualidad de otro ministro, jaleando presuntos delitos del mentado poli corrupto y confesando otros delitos presuntos de jueces y fiscales? Habría reclamado la dimisión inmediata.

No por lo que dijo Dolores Delgado en las cintas ahora filtradas desde lo más sucio del Estado democrático, ni siquiera por lo que dirá en los audios que irán saliendo a la luz conforme le interese al que los tiene (nadie resistiría si se difundieran las cosas que dice en una sobremesa amistosa y relajada), sino porque Dolores Delgado mintió cuando comenzó su defensa alegando que nunca se reunió con Villarejo para luego admitir que sí, que estuvo con él y otras personas, quizás en tres ocasiones. Y porque ésas no son amistades convenientes para una ministra de Justicia. Y porque su continuidad, al ser rechazada por Podemos y ERC, estrecha aún más el precario respaldo a Sánchez en el Parlamento. Y, sobre todo, insisto, porque Sánchez colocó tan alto el listón que haría falta ser un anacoreta inmune al pecado, aun de palabra, para pasar un filtro de la credibilidad pública tan riguroso.

Lo mismo pasa con Pedro Duque, ya en la picota por una falta fiscal irrelevante cuando todavía nos preguntamos por qué este hombre aceptó ser ministro. Y para qué.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios