Fue la guinda del sabroso pastel que iba confeccionándose desde el verano. En casi perfecta armonía el tándem que maneja la parte deportiva del club iba dándole la vuelta a un plantel sin garantías. Sólo la baja de Pezzella había supuesto un amago de fricción entre Lorenzo Serra y Quique Setién. El balear hubiese preferido que el argentino permaneciese, pero las prioridades del entrenador eran otras y parece ser que su adiós ha sido para bien.

Con Pezzella no hubiera sido posible la llegada del catalán Marc Bartra. Hubieran sido demasiados centrales y con un costo inasumible, por lo que ni siquiera hubiera sido posible entablar negociaciones con el futbolista. Ahora, con el dinero que la Fiorentina va a pagar por el argentino, la llegada del catalán no perturba para nada el equilibrio del gasto salarial. Y si a eso se une el rendimiento de Bartra puede gritarse bingo sin que nadie pueda objetar algo.

El salto de calidad que el Betis ha dado con la llegada de Bartra es indiscutible. Contando con él pudo Setién reestructurar un sistema defensivo hasta entonces impresentable. Ni siquiera se ha notado la ausencia de Feddal, el mejor de la defensa hasta que apareció el catalán para alegrar la vida del bético. El mismo Mandi ha subido espectacularmente de nivel y ya hasta se permite el Betis el lujo de encarrilar series de partidos sin recibir gol, algo impensable hace nada.

A Bartra le pesó como una losa aquel gol de Bale en la final de Valencia un Miércoles Santo, pero eso se ha perdido ya en el túnel del tiempo. Bartra es nuevamente una espléndida realidad que incomprensiblemente no ha contado para Lopetegui en la reciente convocatoria. Tras Ramos y Piqué, la pareja de centrales mejor del mundo, nadie está por encima del bético entre los seleccionables, por lo que más pronto que tarde habrá de volver al equipo nacional, seguro que sí.