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Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Mi luto es más negro que el tuyo

A pesar de lo que aseguran los políticos para justificarse, nunca es toda Sevilla, ni toda Andalucía, ni toda España

Quién más llora a la vista de todos es quien más siente al muerto? ¿Quién más muestras de desgarro da en público es quien más siente al muerto? ¿Quién durante más tiempo viste de negro es quien más siente al muerto? ¿Quién más habla del muerto -en términos loables, claro- durante los funerales es quien más sentirá el vacío que deja, quien más lo añorará? ¿O tal vez sea quien se encarga de que todo el acto social que constituye un velatorio, toda la ceremonia religiosa o civil, cumpla rigurosamente con el rito, con la tradición, con la costumbre? ¿Será esa persona, pues, a la que todos, propios y extraños, han visto llorar desconsoladamente y deshacerse en elogios con la figura del difunto y organizar sus honras fúnebres, a la que de verdad más le costará -o puede que no lo consiga jamás- ver una cicatriz cerrando la herida que le ha provocado esa muerte?

En España se compite hasta por el luto. Se evalúa y se otorgan certificados que acreditan su validez y su autenticidad. La competición no es voluntaria. La participación es obligatoria. Y pública. Un luto en privado no sirve. No se ve, no es luto. Hay que mostrarse. También es fundamental adelantarse, ser el primero en el luto. El segundo ya desmerece. Ya no parece tan sentido. Como si se hubiera visto arrastrado por las circunstancias, por el que dirán. Y así, el muerto acaba siendo el objeto de una lid, con los vivos disputándose el pesar por la ausencia a la espera de oír a la hora del pésame: "Te acompaño en el sentimiento. Sin discusión el tuyo el más grande".

Desde casi principios de abril el Grupo municipal del PP ha pedido a Espadas con contumacia la declaración de luto oficial en la ciudad. El alcalde ha preferido esperar y sumarse a la del Gobierno andaluz para toda la región y fijar el luto local para los días 30 y 31 de este mes y 1 de junio. El portavoz del PP, Beltrán Pérez, insistió en que el luto de Sevilla debía "regir inmediatamente" y acusó a Espadas de camuflarlo en el día de San Fernando. Patrimonializando los sentimientos, no paró ahí, y como en otra trifulca consistorial más cargó contra el alcalde cuestionando su liderazgo por no tener en cuenta la "avalancha" de sevillanos que pedían esa luctuosa declaración del Ayuntamiento, por desoír "la voz de la calle" e ignorar una demanda de toda la sociedad sevillana. Pero no es como dice Pérez. Los dirigentes de los partidos deberían contar hasta diez antes de abusar de la palabra toda para justificar sus acciones. O incluso consultarlo con la almohada durante una noche. Nunca es, como ellos aseguran, toda Sevilla. Y nunca es toda Andalucía. Y nunca es toda España. Jamás. Por más que insistan, no hay tanta gente detrás de ellos.

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