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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

La ciudad y los días

Carlos Colón

Menos mal que Sevilla es tradicional...

CADA cual tiene su manera de festejar el Día Mundial de la Arquitectura, que se celebra el primer lunes de octubre. Un servidor diseñó ayer su propio itinerario para dar gracias a Orcus, Proserpina y otros dioses infernales por los maleficios que la ciudad ha recibido de la arquitectura en los últimos cincuenta años. No vayan a creerse, so rancios, que la totalidad de esta aportación es irrespetuosa para con la historia de Sevilla, hija de la especulación, paridora de engendros amamantados por la soberbia y la ignorancia, infinitamente peor que aquello a lo que sustituye, más hortera que la versión de Eloise de Tino Casal, nueva en vez de moderna, prematuramente envejecida por la mala calidad de sus materiales y sus diseños...

Pero lo cierto -¡ay!- es que lo malo sobreabunda tan abrumadoramente sobre lo bueno, lo rutinario vence tan totalmente a lo creativo y la desfachatez deja tan maltrecha a la inteligencia, que no es difícil celebrar los maleficios arquitectónicos del último medio siglo divagando por cualquier calle, da igual que céntrica o de barrio, de esta ciudad de nuestra desgracia.

Por empezar por el principio del fin de Sevilla me fui a la calle Imagen para admirar los bellos bloques de pisos y los alegres soportales de Colsada que la ciudad no ha podido digerir cincuenta años después de su erección (ni regándola con Sal de Fruta Eno lo hará: quedará ahí, atravesada, regurgitada, produciendo ardentía, sin que el tiempo la remedie). Después me llegué a las setas de la Encarnación para bendecir el nombre del germano que las parió y del Ayuntamiento que las engendró. Y fui, cómo no, a la plaza del Duque; bajé hasta por Amor de Dios para recrearme con la "Amarillameda" y darme una vuelta por Feria y San Luis. ¿Cómo ignorar los bloques ye-yé que cierran la plaza de los Carros frente por frente a "Montensión"? ¿Cómo no visitar la Matalascañas de bloques de pisos que le han colocado a San Luis por detrás? ¿Cómo no recrearse en San Marcos con la casa de pisos de la esquina de Bustos Tavera con Socorro? Y conste que he citado ejemplos señeros de la arquitectura infringida a Sevilla en los años 50, 60, 70… hasta llegar a hoy.

Menos mal que, como leí ayer en un intrépido artículo que celebraba nuestra buena salud arquitectónica, Sevilla es una ciudad tradicional; que si no… Lo cierto es que la Sevilla de 2008 es infinitamente más pobre patrimonialmente, y por ello más fea, que la de 1958. Y no me vengan con lo de villalatas o los corrales, que para mejorar las condiciones de vida y modernizarla no era necesario -ni ayer, ni hoy- destruir la ciudad.

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