Uno de los temas recurrentes en los dibujos de mi padre era el malabarista. Un joven, con una rodilla en tierra, que sostenía una larga varilla en cada mano, en cuyos extremos giraban unos platos. Mantener el equilibrio, con continuos y ligeros toques para poder sostener todo en el aire. Esta imagen siempre representó para mí la metáfora del artista que tenía que mantener en acción todas sus opciones, guardando el equilibrio entre ellas, la vida profesional, la familiar, la del creador, etcétera, sin aparente esfuerzo, pero sin poderse permitir ni un descuido ni un instante de relajación. Ese enfoque de la vida profesional siempre me gustó y así me he visto a lo largo de todos estos años. Trabajar a la vez en idea, en proyecto, en realización, manteniendo tiempo para la reflexión y para saber que era una carrera de fondo, donde las energías no se pueden gastar en los primeros envites que te planteen.
Hace unos meses, antes de la pandemia, casi una eternidad en tiempo pasado, en un artículo como éste, comparé el gobierno de las ciudades como una partida de cartas en la que se juegan bazas y en la que me parecía que nuestro alcalde se manejaba con soltura. Recuerdo en aquel momento, por ejemplo, la promoción de Sevilla y la captación de grandes eventos. Ahora, para recuperar y relanzar el proyecto de ciudad que se adivinaba y el impulso que se había alcanzado, creo que el alcalde de Sevilla tiene por delante una tarea de malabarista. Poner en marcha de nuevo todos los temas y asuntos que importan a la ciudad y a los sevillanos, como platillos en equilibrio que giran sin cesar, componiendo en su conjunto la imagen dinámica que nuestra ciudad necesita. Equilibrio para alcanzar el consenso de los grupos políticos municipales y el mejor diálogo con asociaciones defensoras de una ciudad más verde y de un patrimonio arquitectónico mejor conservado. Mantener los proyectos que dibujan una nueva ciudad, como una más completa movilidad y más espacio para los peatones y ciclistas y un paisaje urbano más actual, que sepa armonizar la accesibilidad universal con los pavimentos que más nos identifican como ciudad histórica. Poner en marcha obras en toda la ciudad que la mejoren y dinamicen el empleo, consiguiendo más recursos con la venta de terrenos, sin afectar a los presupuestos municipales, que cubren las necesidades básicas de los sevillanos. Alcanzar acuerdos con el sector privado para recuperar el turismo local en todos los frentes, evitando excesos del pasado y hacer beneficiario del sector a cuantos más barrios de la ciudad, mejor. Como la gran oferta cultural extendida por toda la ciudad, coordinada entre áreas municipales y el sector local de la música y las artes escénicas. Y muchas más cuestiones. Si todo eso, señor alcalde, lo consigue con naturalidad y buen gesto, sin aparente esfuerzo, pero aplicando energía y decisión para no se venga abajo el tinglado, le felicito. Le deseo éxito, porque será bueno para la ciudad y para sus vecinos.
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