CANTABAN los Hermanos Reyes, allá por la década prodigiosa, que el que quisiera ir al Rocío fuese por las arenas, no fuera a ser tan malaje de ir por la carretera. Bueno, pues cincuenta años después, a la fuerza ahorcan y este tardoinvierno que se nos ha venido encima obligará a pecar de malaje a la inmensa mayoría. El Guadiamar parece una especie de Nilo a su paso por Quema y la Raya Real, San Mamés en tarde de manguerazo. Si ya era habitual que las cornetas y los tambores, al igual que los clarines, hiciesen de rogativa que paliase la sequía, ahora ha ocurrido lo mismo con la gaita y el tamboril. Todo este cahíz de Andalucía la Baja aparece como si fuese un arrozal marismeño y, claro, las hermandades han tenido que variar de planes y caer en la malajá de cambiar carriles y caminos por asfalto aun a costa de caer en una malajá tan cortita de cartel.
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