La ciudad y los días

carlos / colón

Lo malo conocido

CON razón "invitaba" Irene Sabalete a sus subordinados a pedir el voto para el PSOE como testigos de Jehová. Visto el bochorno de las primeras comparecencias ante el TSJA se necesita unir la fe del carbonero, el pancismo de un antiguo cura de misa y olla, la devoción de una beata, el integrismo de trabuco del cura Merino, y unirle la determinación de los Testigos yendo de puerta en puerta con sus mangas cortas, corbatas y bolígrafos en el bolsillo, para seguir votando al PSOE en Andalucía. Algo aún más duro que votar al PP en Valencia o Madrid y a CiU en Cataluña.

Ya no se trata de votar tapándose la nariz, sino los ojos y los oídos también. Sólo así, prescindiendo de todo lo que digan los medios de comunicación -sean de la orientación que sean- y arrojando lejos la funesta manía de pensar por sí mismo, se puede comprender que el más sólido bastión del PSOE sea, en estos momentos, la región en la que los socialistas se han visto, estructural y no sólo personalmente, implicados en lo que va camino de ser el mayor escándalo de corrupción de nuestra historia democrática. Visto lo visto ya no vale hablar de una "causa general" orquestada por una derecha que pretende lograr con malas artes lo que no consigue en las urnas y no vale desacreditar a la jueza, como desgraciadamente se ha hecho.

La derecha tiene las culpas y responsabilidades que tiene tras 33 años de fracasos, pero no se ha inventado estos escándalos, no los ha inflado a través de campañas mediáticas y mucho menos se ha servido de la Justicia para echarla sobre el PSOE como si los jueces fueran dobermans o rottweilers con toga. Sólo los muy fanatizados o los muy estabulados pueden pensar así. ¿Es el caso de los andaluces? No. Intuyo que se trata de lo contrario, de un voto conservador, preventivo, pesimista, resignado, conformista, que prefiere lo conocido a lo por conocer; un voto del ir tirando, del a vivir que son dos días, del más vale pájaro en mano, del mañana será otro día y así hasta agotar los refranes de consuelo y escepticismo propios de los pueblos antiguos, vapuleados, hartos y cansados.

Y lo peor es que no hay signos creíbles de renovación en el PSOE, de autocrítica en el PP y de nuevas alternativas. Está Ciudadanos, sí. Pero es un voto urbano que puede comerle terreno al PSOE y al PP en las ciudades, pero jamás en la Andalucía honda (que no profunda, término despectivo que no comparto).

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