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Desde mi córner

Luis Carlos Peris

Es malo vivir en clandestinidad

El Betis debe resolver su contencioso con la televisión porque ya ni siquiera el buen paño en el arca se vende

NO es bueno que el hombre esté solo y tampoco vivir en la más oscura clandestinidad. Deberían en el Betis reconsiderar su postura de intransigencia televisiva porque ahí es el propio Betis el que más tiene que perder. Negarse a estar en el escaparate es como pegarse un tiro en el pie, que ya queda lejos aquello de que el buen paño en el arca se vende. Y aunque el paño no es, precisamente, de lo mejor que existe en el mercado, vivir en estos tiempos sin el efecto propagador de la televisión es como habitar en un zulo, de espaldas al mundo y segando de raíz cualquier perspectiva de un futuro que medio merezca la pena.

Hace unos lustros, un futbolista de Coria llamado Alfaro quedaba libre en el Sevilla y le preguntó a su tío, el bético Rogelio, qué oferta le parecía mejor. Por un lado estaba la del Rayo Vallecano y por otro, mejor económicamente, una del Cartagena. El tío le dijo que eligiese la del club madrileño porque seguro que ahí salía de vez en cuando en el Marca, mientras que para salir en el Marca jugando en aquel Cartagena de entonces tendría, como mínimo, que robar el submarino que simboliza la ciudad departamental. Pues en el Betis bien debieran venirse a razones porque, en este estado de cosas, para salir en la tele ha de ocurrirle algo parecido a lo del robo del submarino.

No debiera dilatarse en el tiempo el acuerdo para que el Betis vuelva al candelero de la pequeña pantalla y como la caridad empieza por uno mismo, téngase en cuenta que los auténticos damnificados de este contencioso son el Betis y sus aficionados. Los seguidores del Hércules, los del Rayo y demás sólo dejarán de ver a su equipo el día que juegue con el Betis. Los béticos, sin embargo, no lo verán nunca en sus desplazamientos. Y eso es algo que también debiera tenerse en cuenta desde el puente de mando de este Real Betis Balompié. Vivir en la clandestinidad no es bueno para nada y espantosamente malo en un mundo donde tanto cuentan la imagen y la propaganda.

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