La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Los 'malos' estaban contra el G-7

Entre los G-7 figuran los tres países precursores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

Que el G-7 no suscite entusiasmo es lógico: son los países más poderosos del mundo reuniéndose con todo el ruido y aparato propios del poder. Que sus reuniones blindadas susciten rechazo también lo es: el poder tiene sus responsabilidades, mayores cuanto mayor sea este. Pero convendría recordar que Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido son democracias (por lo que Rusia fue excluida en 2014, pasándose del G-8 al G-7, y China no ha sido admitida); que entre estos siete países figuran las dos democracias más estables y antiguas del mundo, la estadounidense y la inglesa; y que tres de ellos -Inglaterra, Francia y EEUU- son el origen de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La primera con el Habeas Corpus Act (1679) y la Bill of Rights; (1689), la segunda con la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) y la tercera con la Constitución de los Estados Unidos de América (1787). Las tres naciones han cometido errores, al igual que sus cuatro compañeras del G-7, pero estos logros forman parte de lo mejor que en la historia se ha hecho por la dignidad, las libertades y los derechos de los ciudadanos.

Contra estos siete países se manifiestan antisistema, ecologistas, nacionalistas independentistas, poscomunistas, anticapitalistas, neo anarquistas y terroristas etarras, entre ellos David Pla, último líder de ETA, o pos etarras como Arkaitz Rodríguez, coordinador general de Sortu que fue calurosamente saludado por el ex jefe de ETA. Coreaban o mostraban en pancartas eslóganes como "Otro mundo es posible" o "la vida de las personas en el centro". Muy razonable y digno de compartirse. El problema es que a la vista de algunos de los movimientos participantes ese otro mundo posible ya fue intentado en la URSS, China, Corea del Norte, Camboya o Cuba con los resultados conocidos. Ya sabemos de qué va eso de oprimir y asesinar en nombre de la Humanidad. Al igual que no ignoramos que la organización a la que algunos de los presentes pertenecieron puso en el centro (no de la sociedad, sino de los visores de las armas) no a las personas, sino sus nucas.

Visto lo cual, por antipático que resulte el G-7, por lamentable que sea que Trump y Johnson representen tan vergonzosamente a las dos democracias más antiguas del mundo, por tantos y tan graves que sean sus errores, me quedo con los siete países democráticos.

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