Alto y claro

José Antonio Carrizosa

¿Quién manda aquí?

COMENTÁBAMOS hace un par de semanas en esta misma columna que España atraviesa la situación económica y social más complicada de las últimas tres décadas con los peores liderazgos que hayamos tenido a lo largo de todo el periodo democrático. En el Gobierno y en la oposición. Un caso de mala suerte, que es trasladable, salvando algunas distancias, a la esfera de lo local. La ciudad pasa por su peor momento en muchos años, tanto por su estremecedor decaimiento económico como por la evidente debilidad social. Sin perspectivas claras de hacia dónde vamos, la falta de liderazgo consolidado en Sevilla es una de las rémoras con las que tendremos que convivir en el corto plazo. Es una falta de liderazgo que afecta a la esfera política, municipal y provincial, pero que se traslada miméticamente al ámbito empresarial, sindical, cultural o social y a cuantos quieran ustedes poner en la lista. Sin necesidad de señalar aquí nombres, cualquier sevillano interesado por la vida local podría ofrecer una amplia relación de las personas que en los diferentes espacios hacen dejación del liderazgo que se debe ejercer para que una comunidad tenga el dinamismo que la ayude a caminar hacia el futuro. Esta falta de referentes sociales conduce a una reflexión muy propia de Sevilla. Aquí gusta interrogarse sobre quiénes y desde dónde se manda en la ciudad. Descartado que sea realmente desde el Ayuntamiento o desde las instancias económicas o incluso desde instituciones con fuerte peso específico en algunas capas de la población -como sería el caso de algún elitista casino donde se agazapa la derecha más rancia o alguna cofradía señera-, cabe concluir que uno de los problemas que hacen que Sevilla esté como está es que no tiene claro dónde está el liderazgo social que la haga avanzar. Antes de que la crisis se llevara por delante todas las ilusiones acumuladas durante el periodo de bonanza, en Sevilla se estaban fraguando, a través de los empresarios triunfadores de esa época, una serie de iniciativas sociales que apuntaban en la buena dirección. Hoy no queda nada de todo eso y vivimos en un desierto social que presagia un largo periodo de apatía. Precisamente lo que menos nos conviene.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios