Desde mi córner

Luis Carlos Peris

La máquina de ganar no se desengrasa

IMPARABLE. La máquina de ganar que Unai ha construido en su laboratorio de la carretera de Utrera no se da una sola tregua, conque mucho cuidadito habrá de tener el Realísimo si no quiere despedirse mañana de esta Liga. Como el que lava, sin despeinarse, como si tal cosa, pasó por el inhóspito Ipurua sin abdicar ni un momento de su habitual paso de oca, por la vía rápida, sin esperar a que se rompiese a sudar, en un plis plas, como con prisas.

Un alarde de calidad fue el argumento para el primer gol. Brillante servicio al espacio de Reyes para que ese depredador llamado Carlos Bacca uniese sutileza y efectividad para rentabilizar un desmarque perfecto y un regate al portero. A partir de ahí, el Sevilla afrontó la pelea pensando más en lo de mañana a las ocho de la tarde que en lo que pudiera oponerle un rival que vive de las rentas de una primera vuelta sorprendente, pero que quizá no le llegue para sobrevivir.

Pocas veces se ha vivido una trayectoria liguera como la del equipo guipuzcoano. Convertido en la revelación más sorprendente de la historia liguera, la segunda vuelta se está convirtiendo en un martirio demasiado largo. Durante meses lideró el fútbol vasco y ahora se halla a dos puntos del descenso, que serían tres en el caso de que se consume la faena que la FIFA se dispone a perpetrar con el Almería. Y lo peor de todo, con la connivencia de la Federación.

Pero volvamos a ese Sevilla que está haciendo unos números que en otro tiempo cualquiera hubieran sobrado para campeonar. No pierde desde aquel infausto mediodía en Anoeta, y eso fue el 22 de febrero. Dos meses y nueve días después, el Sevilla gana, gana y vuelve a ganar. Tanto en sábados, jueves como domingos, la tropa de Unai se ha habituado a eso y de ahí no hay quien la descabalgue. Mañana, cita complicada, pero ¿para quién más? ¿Para el Sevilla... o para el Madrid?

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