Confabulario

Manuel Gregorio González

La masa

MIENTRAS Romeva declaraba el inicio del procés, mientras en el Parlament se celebraba un Pleno histórico, en el exterior se reunía una exigua masa de trescientas personas. No todos favorables de la independencia; pero todos con el carné de pensionista. Uno siempre pensó que la Historia llegaba acompañada de multitudes épicas, de masas enardecidas y solemnes; uno pensaba que la "desconexión" vendría arropada por un gentío abrumador y una alegría ruidosa, tenaz, desmesurada. Lo que no sabía uno es que la Historia puede llegar con el Imserso.

Luego, por la tarde, el señor Mas se preguntaba qué se puede esperar de un Estado que quiere imponer la ley, que quiere usar sus tribunales, contra la voluntad democrática del pueblo. Pero el pueblo, como ya hemos dicho, cabía en un par de autobuses, y la respuesta al señor Mas la había dado Rajoy por la mañana: no es que la ley vaya contra la democracia; es que la democracia emana de las leyes (democráticas). Y si esas leyes no se cumplen, igual acaba uno enjuiciado por comisionista. El misterio, en cualquier caso, fueron las masas. Esas masas vibrátiles y opacas, esas masas con cierta propensión al lirismo, que en España pudimos ver, por ejemplo, con la llegada de la democracia. Es verdad que, tanto Canetti como Fromm, nos tienen acostumbrados a un concepto muy adverso de las masas. Pero aquellas masas de Fromm y de Canetti traían en su vientre el huevo del totalitarismo; de igual modo que las masas independentistas creen traer, equivocadamente, el fuero de lo libertario. A pesar de lo cual, la otra mañana no acudieron a arropar a Mas, ni se llegaron a aclamar a Romeva. Y no acudieron porque la secesión, porque el procés, porque la Historia, parece que les pilló trabajando.

Cuando el advenimiento de la República (Pla), el gentío ocupó las calles y se encaramó en las farolas a ver cómo pasaba la Historia en taxi (el taxi que llevó a Maura y Azaña al Ministerio de Gobernación). Cuando la Transición -cuando el 23-F-, no hubo forma de meter a los españoles en sus casas. Pero esto del procés es otra cosa: es una insurrección, pero poco; es un levantamiento, pero sin alzarse; en una sedición, pero con trienios. Quiere decirse que los independentistas son gente seria y laboriosa. De modo que no hará falta recurrir al Ejército, ni al Constitucional, ni a los Mossos d'Escuadra. A Rajoy podría bastarle con una inspección de trabajo.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios